domingo, octubre 30, 2005

San Francisco: qué hay de bueno en las ciudades?

Antes de nada, si tuviera que dar mi opinión sobre San Francisco desde el punto de vista de un turista, me gustaría subrayar que es un lugar increíble. En la modesta opinión de un vigués-coruñés buscando “oro” en California, es una de esas visitas obligadas para cualquiera al que le guste ver ciudades, hacer fotos y, lógicamente, pueda permitírselo. Sin embargo, a mí me cuesta terriblemente escribir sobre las bondades arquitectónicas y similares de los sitios, por bellos que sean.


San Francisco, según dicen y he comentado en alguna ocasión, es la ciudad más europea de la coste oeste estadounidense. Lo único que yo puedo decir, al no haber estado hasta el momento en más lugares en USA, es que San Francisco, sin lugar a dudas, tiene un aspecto más europeo que San Diego. Amplias aceras, árboles en las calles, la mayor “colección” de casas de estilo victoriano del mundo, un ir y venir de gente que no cesa aún cuando cae la noche, estupendos museos de arte moderno...


Con todo, como es habitual en mí, no me han llamado tanto la atención el skyline, el Golden Gate o las terribles cuestas (lo de Vigo no son cuestas al lado de estas, creedme o ved las fotos en flickr), como otras cuestiones relacionadas con la gente y diversas situaciones llamativas, a pesar del poco tiempo (3 días) que he pasado allí.


La primera mañana, desde el embarcadero, intentando otear el Golden Gate en el horizonte, sin saber cuál de los numerosos puentes sobre la Bahía de San Francisco sería el adecuado, se me acercó un patinador preguntando de dónde era. Cuando alguien se te acerca de ese modo, sin motivo aparente, cuando claramente eres un turista o “guiri” en un lugar típico para tales especímenes, mi naturaleza desconfiada hace que me ponga en guardia, comprobando que la cartera sigue en su sitio mientras busco al otro patinador y posible cómplice. Sigo sin aceptar que mis pintas no son como para convertirme en objeto de robo para ningún "caco" con dos dedos de frente, y sigo también sin acostumbrarme a lo amigable (friendly) que es la gente en Estados Unidos. Josh estaba disfrutando de la bahía con su novia, la cual apareció minutos más tarde, también en patines, y estuvo charlando un buen rato con nosotros, interesándose por nuestra vida en USA y recomendándonos algún lugar digno de visita. De verdad, me impresiona enormemente el carácter extrovertido y sociable de la gente aquí, sea en San Francisco o en San Diego, pero esto impresión positiva se combina con lo negativo de su aparente falta de interés real en compartir tiempo más allá de conversaciones educadas, pero vacías.

Ayer noche me confirmaba Julie, chica de Ohio “emigrada” a San Diego, que en su tierra la gente es totalmente diferente, menos superficial... Supongo que volveré a casa sin saber de verdad cómo es la gente de USA.


Hace alrededor de una semana sabíamos por las noticias que tres niños/adolescentes se había ahogado en el embarcadero de San Francisco. Estaban borrachos y se cayeron al agua. La zona seguía con el cordón policial y en un banco cercano había varios peluches, algunos juguetes, flores y notas manuscritas. Me hubiera gustado sacar una instantánea del marco, pero a una de mis amigas le parecía una falta de respeto y a mí no me apetecía explicarle en inglés mi vocación de “fotógrafo sociológico”. Además, esas imágenes acostumbro a retratarlas mejor en mi memoria que en los propios negativos. Era el pier 39, muy cerca de donde salen lo barcos hacia la isla donde se sitúa la antigua prisión de Alcatraz.


A medida que nos acercábamos a la isla, en un barco como esos que cruzan la Ría de Vigo (porque la siguen cruzando los mismos barcos, no?) destino a Cangas o Moaña, teníamos la oportunidad de retratar el skyline de la city, así como el Golden Gate y los demás puentes sobre la Bahía. Apetecía quedarse allí de pie, al borde del barco, con la mirada perdida bajo el cielo gris y con la brisa marina dando buenos motivos para esbozar una sonrisa de tipo melancólico. Sin embargo, en pocos minutos estábamos a los pies de la antigua prisión, donde hace más de 40 años recluían a los presos más peligrosos y problemáticos de Estados Unidos. Clint Eastwood fue el protagonista de Escape from Alcatraz, narrando la única fuga exitosa (o no, creen que se ahogaron en la Bahía, aunque nunca encontraron los cadáveres) de la historia de la prisión. Con todo, lo más interesante, para mí, no eran los personajes famosos ni caminar por Broadway, el pasillo central de celdas, sino saber que los nativos (indios) americanos habían ocupado el peñón como forma de reinvidicación política y social durante más de 19 meses. En su “Proclamación al Gran Padre blanco y a toda su gente” mencionaban que Alcatraz les recordaba a una reserva india porque estaba aislada de las comodidades modernas, su suelo era rocoso e improductivo y la tierra no daba alimento a los animables de caza. Como casi todas estas reinvidicaciones ante la injusticia, al principio tuvieron repercusión en los medios, y con el paso del tiempo la fueron perdiendo en favor de cualquier otro tema de actualidad. En todo caso, aumentaron la conciencia del ciudadano medio sobre los problemas y circunstancias de los indios americanos, pobladores originales de América del Norte.


En cualquier caso, lo mejor y más divertido del viaje, a parte de la compañía, fue sin duda, la pumpkin party a la que nos invitaron en Berkeley. Nunca pensé que sentarse en el suelo a vaciar, dibujar y recortar calabazas pudiera ser tan entretenido, ni pudiéramos reirnos tanto haciéndolo tras solo una cerveza. Es increíble la importancia que le dan en USA a Halloween. Llevamos todo el mes rodeados de calabazas, arañas, telarañas y brujas por todas partes, e incluso hay gente que se disfraza para ir a trabajar.


Al final, para responder de verdad sobre si me ha gustado San Francisco, como le comentaba a Jessie -el hijo del amigo del padre de Laura, quien nos invitó a la fiesta- cuándo me preguntaba si me gustaba vivir en San Diego, no soy alguien capaz de medir lo mucho o poco que me gustan las ciudades por el clima, la comodidad de moverse de un lado al otro o cualquiera otra de esas cosas. Para mí, al final, siempre se reduce a con quien estoy en cada lugar, y lo mucho que puedo aprender o disfrutar de la compañía, sea en el Polo Norte, la cima del Teide o el sofá de mi casa viguesa. Sobre San Francisco, a pesar de de lo mucho que le gusta hablar alemán a mis amigas alemanas, mi respuesta es sí, me ha gustado. Sobre San Diego, como le dije a Jessie, lo echaré de menos.


Cuando volvimos de San Francisco, ya en San Diego, tras la cena de despedida de Christina, me tocó acompañarla en la caminata de vuelta para buscar un cajero y sacar el dinero para el taxi al aeropuerto del día siguiente. Por el camino se empeñó en rebuscar en su cartera toda la calderilla yankie que había acumulado en sus tres semanas aquí, para poder dárselo a algún homeless antes de irse. No es que falten personas sin hogar en San Diego (ni en SF, algún día tengo que escribir sobre esto), pero no encontramos a nadie hasta que localizó a alguien durmiendo en un portal oscuro ya muy cerca de Newport Place. Supuse que seguiría caminando, pero al momento se arrodilló para despertarlo y explicarle que estaba de visita, se iba al día siguiente y, aunque no era mucho dinero, quizás podría servirle de ayuda... El hombre, bastante demacrado y, supongo, aparentando más años de los que tenía en realidad, por eso vivir a la interperie, le dio las gracias con la misma cara de asombro que yo tenía. Tal vez no sea algo excepcional, como para asombrarse, pero ciertas cosas, hechas con tanta naturalidad, sí son sorprendentes para mí.


Supongo que nunca seré un buen escritor para catálogos de turistas. Mi respuesta, a la pregunta del título de este post, coincidirá con la de muchos de vosotros/as: la gente que vive en ellas.

martes, octubre 25, 2005

San Francisco, ahí voy!

No tenía pensado escribir nada más hasta volver de San Francisco, dentro de unos días, pero tras el vaso de vino (blanco, Livingstone, un clásico en Newport Place) me apetece daros un poquito de envidia sana, por lo que os sirvo esta entrada totalmente atípica.

Laura y Christina están todavía esperando a que la secadora acabe su trabajo (1 dólar, 4 quarters, mucha paciencia) y poder así hacer la maleta. Hace unas horas han llegado de Las Vegas y El Gran Cañón (sí, el del río Colorado) y en menos de 8 horas estaremos volando los tres hacia San Francisco, la ciudad del Golden Gate, Alcatraz... La mía, maleta que me ha prestado Mandy, en realidad, está lista desde hace unas horas, pero sigo despierto a pesar de no haber dormido más de 4 horas la última noche.

Éste será mi primer viaje más allá de los límites de San Diego, tras aquella excursión veloz de cena y clubbing a Rosarito (México), que muchos recordaréis por la "Carta a los padres americanos". Supongo que por eso estoy cansado, pero sigo sin ser capaz de dormir.

No sólo visitaremos San Francisco, con un tour por la ciudad además del ferry y consecuente paseo por la isla de "La Roca", Alcatraz, sino que también nos pasearán por Oakland y Berkeley, gracias a unos amigos del padre de Laura.

He escuchado tantas cosas acerca de la belleza de la ciudad más europea de América, que estoy sorprendido de lo mucho que me apetece aterrizar allí y, simplemente, verla. Lo cierto es que, en general, estoy infinitamente más interesado en las personas que en los "ladrillos". Es decir, cuando viajo, mi intención es conocer gente de las ciudades o países visitados, y no tanto "ver" cosas. En este caso, sin embargo, yendo como turista, en buena compañía y con tanto poco tiempo (tan sólo 3 días), supongo que nos dedicaremos a sacar cientos de fotos y aprender lo más posible sobre la forma de vida algo más al norte de California.

Espero que este breve post sirva para trasladaros un poco de mi emoción por el viaje. Prometo reservar algo de tiempo en los próximos días para narrar la experiencia al estilo de un vigués-coruñés buscando oro en California.

PS: Schwarzie, debes estar realmente ocupado, porque hoy, lunes por la mañana, ha amanecido nuevamente nublado y con una lluvia intermitente muy similar al orballo galego. Dónde está el cielo azul, el sol y la ligera brisa matinal para justificar la sonrisa a juego con las gafas de sol? Como no atiendas a razones por las "buenas", vamos a acabar por "las malas", y ríete tú del malo de "Terminator 2". No sé si me he explicado con claridad...


lunes, octubre 24, 2005

It never rains in Southern California

Hace unos días, un sábado por la mañana, nos paseábamos por el campus de la SDSU como típicos turistas con cámara en ristre, cuando una de mis amigas tuvo la horrible idea de comprar algo para comer en el supermercado, y acabamos sentados ante un par de sandwiches y una ensalada respectivamente. Me temo que el sábado por la mañana no es el mejor momento para comprar algo fresco en el súper del campus. La lechuga de mi Caesar salad estaba pidiendo a gritos volver a la huerta de donde había sido raptada ya demasiados días atrás. Me disponía a tirarla a la basura cuando una de mis prácticas amigas alemanas me recordó que podía reclamar y recuperar mis $3.99. Dicho y hecho:

- "Sorry, my salad is not OK, I think that it is from yesterday, or maybe the day before"

- "Ya, I see, do you want your money back?"

- "Yes, thank you"

Con esta pequeña historia sólo pretendo llamar la atención de algo relevante en este post: Soy capaz de reclamar cuando algo no se ajusta a lo convenido. La lechuga era menos verde de lo que debería y los trocitos de pan, supuestamente crujientes, no crujían, con lo que a pesar de haberme comido una parte de la ensalada, me devolvieron la totalidad de lo que había pagado por ella.


Tras la breve pero importante introducción, vayamos rápidamente al meollo de la cuestión a tratar: Sr. Arnold Schwarzenegger (o debería dirigirme a usted como Sr. “Gobernator”? dígamelo si fuera el caso), las condiciones de mi estancia en California empiezan a alejarse de lo convenido. No se trata de la compañía, la limpieza en las calles, la comida (podría ser mejor, pero ya sabía cómo era esto por aquí) o cualquiera otro asunto menor. Se trata de algo mucho más importante y que estaba en el “contrato”: el clima, o weather, si lo prefiere, en el Sur de California.

Hace días que no luce el Sol. Toda esta semana el cielo ha estado nublado, e incluso ha llovido en varias ocasiones!. Entiendo que esto causará conmoción entre algunos/as de mis lectores/as porque, como yo, llevarán años viendo todas esas películas americanas con playas californianas, donde el sol brilla exultante en el cielo, las patinadoras se dedican a patinar, los surfistas a surfear, etc. Ni ellos/as ni yo hemos visto ni un solo documento gráfico que nos haya permitido ni siquiera pensar de la forma más remota que pudiera llover en el Sur de California. Sin embargo, el tiempo durante estos últimos siete días parece sacado de alguna película ambientada en mi hogar vigués-coruñés.

Reconozco que el primer día de lluvia en California, durante unos quince minutos hace aproximadamente un mes, resultó ciertamente evocador. Supongo que alguno de los moradores de Newport Place me tachó de loco cuando me planté en medio y medio del backyard con mi sonrisa, los brazos abiertos y mirando hacia el cielo. Estuvo bien, me gusta la lluvia porque me recuerda a donde pertenezco. Le agradezco el detalle, Sr. Schwarzenegger, pero con una vez al mes, 15 minutos, es más que suficiente, gracias.

Creo que ha dejado claro en alguno de mis posts anteriores que el lunes por la mañana es el peor día/momento de la semana. Sin embargo, usted no parece haberlo entendido, ya que el pasado lunes tuve que correr bajo la lluvia y entrar empapado en clase. Sinceramente, no creo que esta sea forma de tratar a los turistas... Los lunes por la mañana deben ser soleados, moderadamente calurosos y con una ligera brisa fresca que justifique la sonrisa a juego con las gafas de sol. Cualquier otra cosa está fuera de lugar, y como siga por este camino, con esta falta absoluta de consideración hacia los gustos de sus clientes, como en mi caso, acabará con el turismo, la economía empeorará y su popularidad bajará en picado.

Sé que está preocupado por la opinión de sus votantes. Tanto que se ha cuidado muy mucho de no aparecer junto al Sr. Bush (Sr. Arbusto en español), republicano como usted, en estos momentos en los que su imagen sigue en tela de juicio por la gestión del desastre del Katrina. No quiere que lo asocien con un presidente en horas bajas, lo entiendo. Yo tampoco querría salir en las fotos junto a él, aunque no hubiera huracanes de por medio.

Soy una persona comprensiva. Puedo aceptar que necesiten la lluvia de vez en cuando. Aunque el agua del grifo no sea recomendable para el consumo, supongo que tendrán muchas piscinas que llenar y hacerlo con agua embotellada podría resultar demasiado costoso. Dicho esto, sin embargo, le recuerdo que en nuestro “contrato”, sustentado por la canción que usted y yo conocemos, decía muy clarito “It never rains in Southern California”. Por tanto, como ambos sabemos que la razón está de mi lado y que podría reclamar la devolución de mi dinero, quiero comentarle cuáles son mis condiciones para que podamos llevarnos bien en los dos meses que me restan en California.


1ª) Por si no lo ha anotado todavía, nada de lluvia y tiempo nuboso los lunes por la mañana en el sur de California. No se lo pido sólo por mí, sus millones de votantes se lo agradecerán, y todos seremos más felices si un buen día nos permite encarar la semana con optimismo. Si podía hacer respirable la atmósfera de Marte en aquella película suya (Total Recall) junto a Sharon Stone, con un par de llamadas seguro que puede resolver esto.


2ª) Nada de lluvia (puede estar nublado, pero no llover) tampoco entre las 11 y las 15 de los domingos o, en su defecto, un pabellón cubierto con un par de canastas y un buen parqué. No me malinterprete, la lluvia los domingos por la mañana puede llegar a ser ser incluso apetecible, porque le hace sentir a uno todavía mejor entre las sábanas, sobre todo si está en buena compañía. Sin embargo, alrededor de las 12 de cada domingo este vigués-coruñés cliente suyo se va a jugar al baloncesto con americanos -playground-, y resulta absolutamente desagradable, además de peligroso, jugar bajo la lluvia o la cancha mojada. Si se le acaba el crédito del móvil con el par de llamadas anteriores al hombre del tiempo, por eso de que a lo mejor el tío sigue en Marte, puede usted ordenar a alguno de los miembros de su equipo que nos abra un pabellón un par de horas y todo arreglado.


3ª) Alguna película americana donde se muestre que puede llover en el sur de California. He visto gente con paraguas (increíble, pero cierto), lo cual demuestra que no era la primera vez que llovía de forma copiosa por aquí. Ustedes lo sabían y no nos habían advertido al respecto. Su industria cinematográfica se encarga de seguir enviando esos mensajes de eterno cielo azul y sol brillante. Como usted sigue, sorprendentemente, en el negocio del cine, seguro que no le resultará complicado enviarme un email con los nombres y direcciones de las personas con las que tenga que hablar para gestionar este asunto. Sí, en este caso incluso yo haré el trabajo por usted. Espero pasarme por Los Ángeles antes de volver a España (Jota, nos vamos a LA!), así que no tendré ningún inconveniente en visitar Hollywood y darles algunas ideas.


4ª y última) Cambiar el título de la canción “It never rains in Southern California” por “It usually not rains in Southern California”. Coincidirá conmigo en que van a tener muchos turistas descontentos si siguen viniendo a California con este “contrato” en mente. Es una canción pegajosa y el mensaje es claro y contundente, así que harían mejor en adecuar el título a la realidad para evitar sorpresas y malos entendidos.


Como ves, Schwarzie (espero que no te moleste que te tutee, pero al incluirte en mi blog creo que ya tenemos la suficiente confianza), mis peticiones se limitan a cuatro cosillas. Si has podido llegar a gobernador de California siendo un culturista austríaco, con ese acento tan tuyo y tras protagonizar películas como "Conan el Bárbaro", esto será coser y cantar para tí. Espero que recojas el mensaje con celeridad y pueda levantarme mañana lunes con las gafas de sol y mis ya no tan largos cabellos ondeando con la ligera brisa matinal.

Además, pasaré tres días en San Francisco esta semana, de martes a jueves, por lo cual puedes aprovechar para planificar en estos 3 días la lluvia de los próximos 8 lunes por la mañana. Al final, aunque nunca llueve a gusto de todos, hablando se entiende la gente, no?

domingo, octubre 16, 2005

Spain is different

Según la RAE, Diferente: diverso, distinto


Tras algunas entradas un tanto sentimentaloides, en las que no siempre he escrito demasiado sobre el mundo yankie, he creído conveniente volver a la senda correcta y contaros algo más sobre cómo son las cosas aquí en California.


Al fin y al cabo, me he vuelto a cortar el pelo y, esta vez, mi amiga y peluquera francesa preferida (aficionada, pero muy profesional, Anso), ha decidido por mí que lo de la melena y los rizos no eran mi “mejor versión”, con lo cual mi nuca/mente ha vuelto a quedar despejada y, además, ya sabéis lo que dicen: “Corte de pelo nuevo, nueva entrada en el blog”.


Hace unos días me pasó algo curioso. Como tipo despistado que soy, no me di cuenta hasta las 8.50 am, una vez acabó mi sesión de gimnasio, después de la ducha, que no tenía en la mochila otra camiseta que la (ligeramente) sudada sin mangas de la clase de abdominales. Como soy despistado pero no tímido, podría haber optado por ir a clase tal cual, con mis nuevos y depilados sobacos al aire, pero esto no es España y aquí las camisetas sin mangas están condenadas al ostracismo más allá de los recintos deportivos (diferencia #1: nada de camisetas sin mangas para salir por ahí), por mucho que brille el sol en el horizonte. Tras 1 minuto escaso de negociación conmigo mismo, opté por recorrer el campus para ir al bookstore y comprarme una camiseta de la SDSU (diferencia #2: venden merchandising de la universidad, camisetas y demás, en la librería). Salí del probador con mi nueva camiseta puesta y el ticket en la mano, tan contento. Como ya pasaban 20 minutos de la hora, opté por seguir la máxima española del instituto: “para llegar 20 minutos tarde a clase, mejor entrar a 2ª hora” (los turcos de mi clase deben tener otra distinta, siempre entran 20 minutos tarde) e irme a la biblioteca. De camino a mi sitio de costumbre en la Love Library (no me preguntéis porqué se llama así) un par de chicas me dijeron algo que, traducido, debe ser algo así como “me gusta tu camiseta” (diferencia #3: la gente es tan amigable que se dirije a ti por cualquier motivo, sólo para charlar, no necesariamente para pedirte dinero o un pitillo o tirarte los trastos).


Las tías aquí también, más allá de su gusto por las camisetas con vigues/coruñeses dentro, son distintas. Me contaba hace dos semanas Gio (Suíza) un pequeño incidente que tuvo en un club bastante grande y popular llamado On Broadway. De pronto se le acercó una americana y se puso a bailar con él tal y como bailan la mayoría de las americanas, es decir, como si estuvieran ya en la cama contigo (diferencia #4: las americanas bailan de forma absolutamente sexual, como a veces alguna española, pero luego se van por su lado como si nada hubiera pasado). Al rato se acercó un “tiburón y se la llevó” (Bouzadita, esa canción me recuerda Ponteares). La cara de tonto cambió a enfado cuando el tipo le enseñó el pulgar (“OK”). Gio se acercó a él con intenciones nada pacíficas y le invitó cordialmente a solucionarlo en la calle -obviamente, Gio es del cantón italiano de Suíza :)-, pero el tío le explicó que era su novia, le volvió a enseñar el pulgar, le dio la mano y le dijo: “You did a good job, thank you!” (diferencia #5: los novios no es que no sean celosos, es que no son italianos, ni tampoco españoles).


Ya he hablado de que les gustan los coches grandes, del tamaño familiar del supermercado, de los pedruscos en los dedos, etc. en el post “Size matters”. Sin embargo, toda esa obsesión con lo grande desaparece al hablar de la ropa femenina en el gimnasio. Es al revés, parece que le den un premio a la que consiga llevar el pantaloncito corto más diminuto (diferencia #6: esto es igual en España, pero había que contarlo). No caben ni las pocas letras de la universidad (SDSU)... No sé si será así sólo en California o en todo Estados Unidos, pero normalmente me llevo las gafas al gimnasio. Sin ellas, nunca sé si las chicas son de “mi” universidad o de cualquier otra... (diferencia #7: alguien ha visto alguna vez a una mujer en un gimnasio español con un pantaloncito corto de su universidad?)


Hablando de mujeres y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (Miguel, estás leyendo esto?), volviendo el sábado de la playa de Coronado con mis amigas, al cruzar el larguísimo puente de Coronado a San Diego, me hicieron notar el número de teléfono que se repetía en varios tramos del mismo. Hace varias semanas, tuvimos que quedarnos a cenar en Coronado después de la playa, porque el puente estaba cortado por unas horas. Después nos enteramos del motivo, alguien cansado de vivir entre americanos había saltado del puente. El teléfono que se repite una y otra vez en el puente, como ya habrán imaginado lo/as más espabilado/as y los que hayan dejado de pensar en las letras “SDSU” (cómo os conozco!), era para que los suicidas en potencia, todavía sobre el puente, llamasen, con la esperanza de poder convencerlos para que no lo hiciesen (diferencia #8: alguien ha visto teléfonos de la esperanza en puentes españoles? En Rande, al menos, no hay).


Volviendo a los coches, más allá de su tamaño medio descomunal y las escaleras de camión de bomberos que usarán algunos para subirse, también llama la atención ver determinados mensajes en las ventanillas, como por ejemplo: “Aquí viaja el orgulloso padre del graduado John Smith”, o algo así. No pongo el nombre verdadero para que el chaval pueda seguir con su vida sin conocer el número de la esperanza del puente de Coronado (diferencia #9: los padres también presumen públicamente de las notas y logros de sus hijos/as, pero esto es pasarse, no?). Pensaréis que les falta poner las notas del hijo/a como matrícula del coche, pero es que en la matrícula del coche ya tienen otras cosas...


La matrícula del coche puede ser “normal”, con letras sobre fondo blanco, o puede tener fondos más originales. Intentaré recordar el llevarme la prueba física a España para que podáis verla, pero por ahora os doy un ejemplos del folleto: “Be a patriot” (fondo con bandera estadounidense): California Memorial Plates support California's Antiterrorist Fund and [...] the 9/11 terrorist attack. Una parte del pago por la matrícula se va a esa fundación. Otros lemas son “Honor Our Veterans!” o “Protect Our Coast & Ocean”. Hay para elegir, no me extiendo porque supongo que habréis cogido el mensaje (diferencia #10: compran matrículas pintadas para apoyar causas de lo más diverso, como quien lleva pulseras de colores).


Aunque el post se está alargando demasiado y 10 diferencias son suficientes por hoy, esta última no me puedo resistir a contarla. Durante uno de mis numerosos y obligatorios paseos por el campus de la SDSU, de la biblioteca a la ALI, no pude evitar fijarme en la cantidad de militares de uniforme mirando al cielo congregados sobre el césped. Tenía prisa, llegaba algo tarde, pero ante tantas caras mirando al cielo, aunque estas fueran de uniforme, hice lo que hubiera hecho cualquier otro: mirar al mismo sitio que ellos estaban mirando, hacia arriba.


Por lo visto asistí de forma involuntaria a un espectáculo del ejército americano en el campus. Los militares obedecieron las órdenes del sargento/teniente/whoever y formaron un círculo, mientras en el cielo se veía la estela de nuestro bien amado héroe Superman (perdón, cómic erróneo)... La estela era de un paracaidista del ejército que acertó a aterrizar en medio de los vestidos de camuflaje entre los aplausos del escaso público y el himno de barras y estrellas sonando de fondo (diferencia #11: el Army tiene una oficina de reclutamiento en el campus, pasea por el campus, viven en el campus... El ejército americano está literalmente dentro de la universidad americana)


Un rato después me sorprendí a mí mismo tarareando el himno yankie, pero no os preocupéis, también me pasaba lo mismo con canciones de Enrique Iglesias y todavía sigo vivo. Lo hago inconscientemente, no quiere decir nada ;)

viernes, octubre 14, 2005

Carta a mi hermanita

Hola hermanita!,


sé que éste no es tu mejor momento. La casualidad ha querido que nos haya tocado vivir situaciones complicadas y similares al mismo tiempo, la misma semana. Quise escribir para ti en mi blog el mismo miércoles, pero mi portátil se murió cuando pulsé el botón de publicar. Mi carta se perdió, y he decidido reescribirla.


No es que lo que voy a decir a continuación no te lo haya dicho otras veces, últimamente, por email, sino que quiero que veas lo importante que es para mí, tanto que no me importa decirlo en alto, en presencia de amigos, gente anónima o quien sea que lo lea.


Tengo algunos años más que tú, casi cinco. Por ello, a menudo piensas que debería poder aconsejarte y darte siempre las respuestas correctas. Sin embargo, la vida (la gente) es demasiado complicada. Tu hermano mayor no tiene esas respuestas, tan solo tiene experiencias. Al mismo tiempo, sí sé algunas cosas sobre la vida y también sobre mí mismo. Quiero que sepas qué es lo que me mueve, cómo y porqué decido hacer unas cosas u otras, de dónde vengo... Quiero qué sepas qué es lo verdaderamente importante para mí, y quiero que lo tengas en cuenta, de la forma que desees, cuando vuelvas a estar ante decisiones difíciles, cuando no sepas qué hacer o hacia dónde ir. A mí me ha servido, y espero que también pueda servirte a ti.


Yo sé de dónde vengo, sé quién soy, sé de qué "lado" quiero estar... Todo esto me permite estar seguro de lo que hago, ser coherente conmigo mismo y ser feliz simplemente intentando conseguir (luchando por) lo que quiero en cada momento, aunque no siempre pueda lograrlo.


Vengo de una ciudad al borde del mar, de una infancia amarga, de una familia rota... Tú y yo venimos del mismo lugar. Estábamos juntos y sabemos cómo fue todo aquello, aunque quizás yo lo recuerde mejor. Si eres capaz de tener ese pasado presente, en cierta forma, todo lo que te suceda ahora te resultará más sencillo de afrontar. Tenemos esa “ventaja”, la de haber crecido antes de tiempo.


Sé quién soy, sé cómo soy. Decía Oscar Wilde que el amor por uno mismo es el inicio de un romance para toda la vida (The love by oneself is the beginning of a lifelong romance). Yo he aprendido a quererme, a aceptarme. Inicié este camino hace ya algún tiempo. Es algo difícil de alcanzar, pero es más que imprescindible para poder vivir. Del mismo modo, no es algo que llegue ni permanezca intacto, cuando lo logras, por sí solo. En todo momento, cada minuto, depende del convencimiento y el interés (esfuerzo) que demuestres, de lo mucho que lo desees y de lo mucho que hagas para conseguirlo y, después, mantenerlo vivo.


Al mismo tiempo, al saber cómo soy, sé cómo quiero comportarme. Lo que haces, más que lo que dices, marca quien eres. Con cada decisión, con cada paso que das, te estás definiendo, de cara a los demás y a ti misma. Debes cometer tus propios errores y aprender de ellos. Debes ser capaz de decidir por ti y para ti. Independientemente del resultado, siempre que seas tú la que haya elegido, habrá sido lo correcto. No dejes que nadie decida por ti, no te dejes llevar por lo que hagan otros, no le restes importancia a tu vida ni a tus actos... Sé fiel a lo que hayas decidido ser y serás capaz de amarte para siempre, aunque a veces puedas dudar de si ese amor es “correspondido”.


Mis valores, en lo que creo, son sencillos de explicar:


- Ser “buen tipo”, como bandera: Compórtate con los demás como querrías que ellos se comportasen contigo. Intenta mejorar cada día con todos y contigo misma. No esperes recibir de nadie más de lo que puedas darle. Esto no te asegurará nada, pero servirá para no contribuir a agrandar el círculo vicioso de todo lo que no nos gusta ni entendemos en los otros.


- El optimismo, como costumbre: Levántate cada día con una sonrisa (aquí tienes ventaja, la tuya es preciosa), acuéstate deseando llegar a la mañana siguiente. Como decía un amigo mío, “mañana, más y mejor”. El optimismo no es una característica intrínseca de la gente, sino un trabajo, una creencia, una tarea diaria a no olvidar. La felicidad la llevas dentro. Es infinita, nunca la sacarás toda, ni nunca debes dejar de creer en que serás capaz de conseguir más.


- La honestidad, como obligación: No mientas, no hace falta. Somos humanos, somos imperfectos, cometemos errores. No tengas miedo a la verdad y no tengas miedo a reconocer tus fallos, porque es el único modo de no volver a cometerlos del mismo modo. Sobre todo, no te mientas, nunca, a ti misma.


Yo no soy siempre así, no soy perfecto ni lo pretendo, pero tengo esto en mente y me guío por ello.


Con todo lo dicho, en muchas ocasiones tendrás que decidir en qué “lado” del mundo quieres vivir. Yo elijo la sinceridad frente al egoísmo, la valentía antes que la mentira, la fidelidad por encima del engaño... Tal vez cruces muchas veces de un lado del otro, tal vez no sepas cuál es el tuyo, tal vez ni siquiera te sientas capaz de elegir ahora mismo... pero yo te esperaré donde ya sabes. Siempre podrás encontrarme.


Hagas lo que hagas, pase lo que pase, yo siempre estaré ahí para apoyarte, para consolarte, para lo que haga falta... Soy tu hermano mayor y, por muchos años que pasen, tú siempre serás mi hermanita.


Ahora duerme, descansa, despierta, levanta, camina, corre... Te has caído, levántate, camina, corre, sigue corriendo. Nunca te rindas.


un beso

martes, octubre 04, 2005

El muro de Berlín

De forma absolutamente excepcional, hoy he decidido restar alguna hora más de lo habitual a mis sueños y sueño, aprovechando la relativa soledad y tranquilidad en la que me encuentro en Newport Place (extraña para no ser domingo), para escribir dos entradas consecutivas en el blog. Esta era la prevista y planificada (mentira cochina!, desde cuándo se planifican los posts en este blog?), siendo la anterior fruto del momento y la extraña conjunción de los astros en el peor día de la semana.


Como todos mis extraordinariamente cultivados lectores y lectoras sabrán, hoy (era 3 de octubre en San Diego cuando comencé a escribir) es el decimoquinto aniversario de la Reunificación entre la Alemania del Este y la del Oeste en la actual y única Alemania. Algunos meses antes, en 1989, caía El Muro de Berlín, y cientos de miles de alemanes y alemanas corrían a abrazarse, entre sollozos e incontenible alegría, sobre los cascoques de aquello que incompresiblemente los había separado, a ellos y al resto de los europeos, durante décadas.


Yo, a pesar de que todavía no había alcanzado los 11 ni entendía muy bien qué significaba todo aquello, recuerdo que sentí verdadera emoción al ver tanta gente, primero golpeando un muro hasta hacerlo caer, y después corriendo, llorando, riendo, saltando sobre los escombros... Supongo que es difícil no emocionarse al ver tanto sentimiento desbordando la pantalla, tenga uno 10 o 90 años.


Por este motivo, la gran mayoría de alemanes/as de Newport Place, algunos del ya antiguo Este y otros del igualmente antiguo Oeste de su país, se encuentran hoy cenando en casa de algún otro alemán para celebrar aquel nuevo comienzo.


Como no podía ser de otro modo, esta entrada del blog va dedicada a mis amigos y, principalmente, amigas alemanas en Newport Place.


No me han invitado a su cena/fiesta. No es que fuera algo reservado únicamente a alemanes, porque parece ser que también había gente de otros países, pero el único españolo de Newport no ha sido invitado a ella. Reconozco que no me molesta, porque como siga compartiendo mi tiempo con germanas acabaré sintiéndome como un español en Munich, en lugar de un vigués-coruñés buscando oro en California. Eso sí, si tuvieran un poquito de "educación española", me hubieran comentado amablemente la existencia de la cena y los motivos por los que querrían llevarme pero bla, bla, bla... Por suerte o por desgracia, me temo, no son españolas.


No voy a cometer el error de generalizar, porque al fin y al cabo, aunque he conocido ya unos cuantos alemanes y alemanas a lo largo de mi vida en mis, no muy frecuentes, viajes (Bouzadita, recuerdas como yo a las alemanas de Copenhague, verdad?), sólo he cambiado unas palabras más allá del saludo cordial con una docena de ellos/as. A lo largo de estas primeras seis semanas en San Diego, he tenido la oportunidad de tener más de una conversación medianamente extensa con varias de mis amigas, además de haber compartido mucho tiempo, y sufrido los choques de culturas y costumbres.


Por encima de todo, he sacado una conclusión: si no eres alemán, no eres alemán. No lo intentéis, no consigueréis haceros pasar por uno/a, se acabarán dando cuenta. Os lo digo con conocimiento de causa. Esto no es malo ni bueno, simplemente, es así.


Tras pasar de puntillas por este pequeño detalle, sin ánimos para intentar explicar afirmación tan contundente, he de romper una lanza en favor de mis amigas alemanas: Judith, Mandy y Laura. Son estupendas.


Obviamente, sería un estúpido si dedicase un post a mis amigas alemanas y no les tirase flores, porque gran parte de mi tiempo de ocio lo paso con ellas, además de la posibilidad de que envenenen mi comida cuando le toca a alguna de ellas, y no a mí, preparar el clásico lunch de pasta y ensalada de fin de semana. A pesar de su escaso o nulo conocimiento de español, las herramientas de traducción on-line las capacitan para entender todo esto y, en su caso, utilizarlo en mi contra. Por supuesto, llevo semanas amenazándolas con escribir sobre ellas, y saben perfectamente dónde encontrar tanto mi blog como mis fotos.


A pesar de su manía de hablar principalmente en alemán y excluirme de sus conversaciones de "solo-mujeres" (como si yo no pudiera pasar por chica, alemán o lo que sea cuando haga falta), estos últimos días se han esforzado por no hacerme sentir como un español en Munich.


Todo es cuestión de etapas. Una semana me tienen a cuerpo de rey sentándome a la mesa sin otra tarea que la de fregar algunos cacharros, y otra planifican su viaje de mujeres alemanas a Los Ángeles sin decir absolutamente nada. Con todo, el balance, he de decir, es muy positivo. Gracias a ellas he conocido casi todas las playas de San Diego, sus clubes y restaurantes... Gracias a ellas no necesito planificar ni preocuparme por mi ocio el fin de semana. Si no tengo ningún otro plan, o simplemente me apetece, siempre soy bienvenido a unirme a su fiesta, sea cual sea... Gracias a ellas, a pesar de la relativa barrera del idioma, me siento escuchado cuando me hace falta, y a menudo comparten conmigo partes de su vida pasada o presente como si yo fuera una alemana más...


Hoy por la tarde, por ejemplo, hemos cerrado la reserva del hotel en San Francisco, lo que unido a los billetes de avión, me permitirán visitar hacia finales del mes de octubre, acompañado por Laura y Christina, esa incomparable ciudad. Todavía no he conseguido encontrar a nadie que no cuente maravillas de San Francisco, así que espero impaciente el poder relatarlo con mis propias palabras unas semanas. Laura y Christina son amigas y habían planificado su viaje hace tiempo, pero Laura se ha apiadado de mí, y también de mis enormes ganas de visitar la ciudad más europea de USA, para invitarme a acompañarlas, dejando de hablar en alemán por unos días.


Hace no mucho se ganaron definitivamente esta entrada en el blog: me dijeron que era una "persona (realmente) especial", no como eufemismo para tacharme de raro ni entre copas a las tantas de la madrugada en medio de la clásica exaltación de la amistad, sino como verdadero piropo y regalo de unas alemanas a un humilde vigués-coruñés. Todo el mundo es especial por algo o con alguien, pero escucharlo, aunque sea ve de vez en cuando, es absolutamente inigualable.


Para restarle algo de sentimentalismo a todo esto, chicas, he de decir que he cumplido con al menos una de vuestras peticiones, en parte por lo mucho que me cuesta decir que no a una mujer (cuanto más a dos o tres), y en parte por lo bien tratado que me siento por vosotras: sí, me he afeitado los sobacos!. Ya no tendréis que sentir el disgusto de ver mis negros pelos bajo los brazos en la playa ni con mis camisetas sin mangas, al menos por unos días o semanas. Si en Alemania están mal vistos los sobacos peludos, causándoos verdadero malestar, vosotras pedís y yo obedezco. Sigo sin ser metrosexual, pero sirva este gesto para complementar mi público regalo.


Sexo débil o no, mujeres alemanas o de cualquier otro lugar del mundo, Ellas acostumbran a salirse con la suya. Quién sabe, tal vez aquel piropo fuera parte del plan para librarse de la horrible visión de mis antiguos peludos sobacos, aunque yo prefiero quedarme con que este vigués-coruñés, como todos/as los/as demás moradores del Planeta, sigue teniendo un poquito de tío especial. Tal vez no mucho, pero sí lo suficiente para que alguien se lo recuerde, al menos, de vez en cuando.


Thank you nice girls! What are you doing next Saturday?

El peor día de la semana

Desde luego, no creo que el lunes por la mañana aparezca en la "lista de momentos preferidos" de mucha gente, pero para mí es claramente el peor de la semana.


Me decía hace tiempo un amigo que la visión de qué día es el peor de la semana va evolucionando a medida que nos hacemos mayores. A mayor juventud, mayor odio por los lunes y amor por los viernes, y viceversa. Así, para los jóvenes e inexpertos, el lunes marcaría el principio de la recuperación (y preparación) hacia el siguiente fin de semana, mientras que para los no tan jóvenes y lozanos, con su energía desgastándose con el pasar de los días, claramente el viernes sería el peor día. Obviamentemente, sábado y domingo son buenos para todos, y ni siquiera son considerados dentro del conjunto de "días de la semana".


Esta "teoría", como tantas otras formuladas con (al menos) un par de vasos de vino tras una opípara comida, la cual fuerza a la sangre que normalmente alimentaría nuestro cerebro y brillantes ideas, a caminar hacia el estómago, no pasará a los anales de la historia ni será recordada, posiblemente, más allá de este blog. Sin embargo, no cabe duda de que es motivo de alegría relacionar los horribles lunes por la mañana con algo tan maravilloso como la juventud y lozanía de quien, según mi amigo, los sufre.


En mi caso, como ya he dicho, el lunes es sin lugar a dudas el peor día de la semana. No sé si porque trabajo poco, con lo cual mi energía no se va desgastando con la semana, o porque salgo mucho, y necesito del domingo más parte del lunes para recuperarme (seguramente un poco de todo); pero mi acostumbrada alegría y optimismo matinal desaparece de forma absoluta 99 de cada 100 lunes, como mínimo, hasta 4 ó 5 horas después de dejar, a regañadientes, el calor inigualable de las sábanas tras el fin de semana.


Esto ha sido diferente aquí en San Diego durante las primeras semanas. Mientras me acostumbraba al jet-lag, cualquier hora de cualquier día era buena, tanto por la nueva situación continua de "zapatos nuevos a estrenar" como por la falta de referencias, pero al haberme acostumbrado a los horarios, el violento choque de levantarse a las 11 del domingo con respecto a las 7 del lunes sigue causando el mismo malestar en mi buen humor que el que provocaba en España (allí era 12-14 el domingo frente a 8.30-9 el lunes, pero esto es lo de menos).


Hoy, a pesar de todo, y siendo la mañana de este primer lunes de octubre tan odiosa como de costumbre, el cielo era más azul y los pajarillos cantaban más alto.


Tras una semana de cierta morriña, comedida tristeza y melancolía (gracias a aquellos/as que me han enviado mensajes de ánimo, cariño, etc.) casi obligada por tantas semanas de sonrisas y alegrías, tocaba ya iniciar una nueva época de subida en esta montaña rusa de sensaciones que es la vida. Como siempre me sucede, de forma inexorable y con horrible precisión suiza desde hace muchos meses, tras cuatro o cinco semanas de terrible alegría y optimismo casi infinito llega la "semana del bajón". No es mal trato el tener una sola semana mala cada cinco o seis...


Hoy por la tarde ha llegado por fin la carta que llevaba esperando desde el jueves pasado. No es esta de amor ni manuscrita, sino simplemente el resultado del examen de TOEFL hecho hace un par de semanas. Obviamente, y reclamo la atención especial de mi hermanita para que siga contándole a mamá lo bien que emplea su hijo preferido el tiempo en San Diego, los resultados han sido (muy) buenos, y este pequeño suceso académico ha contribuido a elevar un poco la velocidad del carromato que escala la pendiente de la montaña rusa.


Ha habido muchas otras cosas que han contribuido a mi cara sonriente y un tanto estúpida de última hora de la tarde del peor día de la semana. Por ejemplo, el poder haber hablado o intercambiado emails con alguno de mis amigos vigueses (bouzadita, trish, ¿pablito-dj dónde andas?, etc.), tras varias semanas de desconexión total; o un buen fin de semana de playa y clubes nocturnos, cuando por fin, parece, hemos encontrado "el club" definitivo, donde todos los diversos y exigentes gustos musicales de mis amigas alemanas en Newport Place parecen estar bien cubiertos...


En resumen, como bien es sabido, después de la tormenta siempre llega la calma. Aunque en mi caso, debo decir, lo bueno no es la calma sino la nunca suficientemente bien valorada tormenta.