viernes, junio 16, 2006

Avioneando voy, avioneando vengo

Adivina, adivinanza, cómo es que publico sin mi portátil (V. último post)? Acaso me he aficionado a escribir desde la ofi, un ciber o un ordenata prestado? Pues no, es que resulta que los 5 días teóricos para reparar mi cacharrín querido se quedaron en tan solo 4 horas. Vinieron a buscarlo, se lo llevaron, le cambiaron la placa y me lo trajeron después de comer. Un servicio post-venta que me da ganas de extender la garantía un par de años más...

Sin embargo... Ops, si resulta que contratar 2 años de garantía a mayores cuesta nada menos que 140 €!... Debería contratarlo, de hecho, sé que al escribir sobre ello en el blog, mi ordenador sufrirá una avería justo en agosto, una vez que la garantía haya extinguido su vigencia. Sin embargo, ciertos vicios no son compatiles con la extensión de garantía de cacharrines o seguros a todo riesgo de Totoyas. Simplemente, no se puede tener todo.

Mi mayor vicio, señoritos y señoritas lectores/as, es pasearme por el mundo adelante, y eso cuesta. Cuanto más sube el petróleo, más cuesta, pero cuanto más viajo, más me gusta. Éste es un círculo vicioso sólo limitado por lo finito de mis vacaciones y los límites respectivos de mis tarjetas de crédito.

Hoy estoy realmente emocionado, en breve os explicaré los motivos. Este año he estado en Jérez de los Caballeros con Gorka visitando a Eva, en Cádiz en Carnavales con Cenzo en casa de Ana, en Málaga con Chema de congreso, en Bruselas de visita al Parlamento Europeo... Hasta aquí, todo bien, sin extridencias, correcto.

Este fin de semana me voy a Córdoba con Loren, de viaje de trabajo, tras una cena y borrachera previa en Pontevedra, en base a una de esas apuestas futbolísticas que tanto me gusta ganar. El finde siguiente, me voy a Vilanova i la Geltrú, aterrizando en una playa cercana a Sitges con el tiempo justo para apilar objetos inflamables en alguna hoguera (Nit de San Juan). Por qué estoy emocionado? Si sólo son otros dos viajecitos dentro de España...

Los motivos de mi emoción, de esta alegría causada por al gerundio del verbo avionear, son dos billetes de ida y vuelta a Shangai en septiembre! Chavales, me voy a China! Mi hermanita se va a Boston 4 semanitas a finales de mes, pero sus posteriores hipotéticos 5-6 meses en Australia ya no serán, por lo que mi dicotomía Australia-China se ha resuelto en favor de esta última.

Gorka y yo nos vamos a ver a Eva y repetir el trío de guiris extremeño, pero en esta ocasión con guía turística (retirada) incluída. Espero enviar muchas postales, hacer muchas fotos y sumergirme en la alucinante, vibrante, sorprendente, desconocida, censurada... sociedad china.

Avioneando voy, avioneando vengo:
  • Sábado 17/6 Vigo-Madrid + AVE a Córdoba
  • Martes 20/6 AVE a Madrid + Madrid-Vigo
  • Viernes 23/6 Coruña-Barcelona
  • Sábado 1/7 Barcelona-Coruña
  • Domingo 10/9 Madrid-Milano-Shangai
  • Jueves 21/9 Shangai-Milano-Madrid
Vivan los aviones! Vivan las tarjetas de crédito! Viva viajar acompañado y dormir bajo techo de amigo o amiga! Avionear es, hoy, mi verbo preferido.

martes, junio 13, 2006

Más que amor frenesí

Nunca he visto la película (Más que amor frenesí [imdb.com]) entera, a pesar de lo mucho que me gusta el título. Aún a riesgo de decir una chorrada, Closer [imdb.com], una de mis pelis preferidas de los últimos años, guarda numerosos paralelismos con la que da título a esta entrada.

En todo caso, hoy no voy de crítico de cine, ya lo hice hace muchos años para la revista de una residencia, por pura curiosidad... Hoy toca entonar el Volver [imdb.com] (esta la tengo pendiente :)), con espíritu peliculero y revanchista, de revancha literaria, de vuelta a los ruedos de la palabra.

Escribo de nuevo, porque sí, o porque me han preguntado varias veces en la última semana por qué lo había dejado, si me pasaba algo... Supongo que sí, claro que me pasa, siempre pasa algo. Pasaba que no me apetecía escribir, de eso hace casi un mes, desde el último post. Luego pasaba, por pasar. Después, simplemente, blogger estaba caído. Ahora, paso del pasotismo a dar pasos. El primero, volver a pasar de pensar a plasmar lo que pasa, en la pantalla de mi portátil.

Mañana se lo llevan, a mi portátil, y no lo recupero hasta volver de Córdoba, dentro de una semana. También por esto tenía que escribir, sería demasiado tiempo ya...

Más que amor, mi vida de las últimas semanas es frenesí, no la "violenta exaltación y perturbación del ánimo", como lo definirían los académicos de la RAE tirando de diccionario, sino el personalísimo significado que guarda para mí esa palabra: cierto estrés, locura, velocidad, riesgo, un no parar sin pensar... en definitiva, cuando quieres ver pasar el tren, pero en lugar de eso vas dentro, viendo pasar árboles y paisajes a toda leche, con tu cara en primera persona reflejada en el cuasi-espejo de la enorme ventana...

Hablo de leche ("a toda leche"), porque los galegos llevamos a las vacas en lo más profundo de la psique, porque son parte de nuestra identidad, incluso para los más urbanitas, como un servidor. Hablo de leche porque hace pocos días, dentro de ese frenesí mío de la sobreinformación, me interesaba por el conflicto ganaderos-industria, por el económico, por el trasfondo, por la deslocalización... pero tras la historia de siempre, de oferta y demanda, de costes y economías de escala, de industria versus productores, de peso en el PIB; tras la historia de siempre, acabamos hablando simplemente de leche, de la que va en los bricks, de la que me tomo todos los días con los Choco Krispies, como cuando tenía 10 años.

Y tras hablar de la leche amarilla de la raza rubia galega, agria, pero más grasienta y proteíca; y tras citar el agua oxigenada, le dan ganas a uno de no volver a beberla. No preguntéis porqué, primero echaros H2O2 en el pelo y después me contáis a qué sabe la leche...

Pero dejemos el amor por las vacas y la leche, olvidemos por un momento nuestras profundas raíces y centrémonos en el frenesí, porque de eso va esta entrada, de frenesí.

Pues eso, llevo unos días queriendo ver pasar el tren, en lugar de ir dentro y envidiar fugazmente a los que se quedan mirando. Esto va tan deprisa que asusta, por lo que no quiero ni pensar qué pasará cuando el tren sea de alta velocidad o velocidad alta. Para un tipo como yo, al que le gustan los cambios, cuando todo pasa a toda leche (con agua oxigenada), es como si todo siguiera igual. Es la leche!

Del frenesí, conjugando el verbo pasar, a la leche. Ya lo veis, he vuelto.