lunes, julio 30, 2007

Calabazas

Disclaimer: Con este calor y mi cerebro medio derretido, vuelvo a la senda del a la senda del writing about myself, principalmente para que salga julio en la lista de "historias recientes".


Con cerveza en una mano y cutter en la otra, decoraba pumpkins en Halloween, acompañando a yankies y alemanas en una casa de madera en medio de Berkeley, durante mi ya lejana y añorada experiencia californiana.

Con pajita en boca, esta vez rodeado de galegos provenientes de los más reconditos lugares y pontevedreses de pro, los outsiders y los nativos compartíamos por igual secretos brebajes en momentos de los que no guardo ni fotos ni casi recuerdos, sobre todo del después, una vez acabado el contenido alcohólico de las "calabazas".

Con móvil en mano y sonrisa en boca, ahora colecciono calabazas, pero no de Halloweens berkelianos o salidas nocturnas pontevedresas, sino de las de toda la vida: las que reciben ocasionalmente los aplicados mineros (o picapedreros) en pro de un mejor futuro estético (e intelectual) para sus futuribles hijos.

Y es que querer mejorar la calidad estética (e intelectual) de la futura prole de uno mismo no debería ser excesivamente complicado (sobre todo por la baja calidad estética e intelectual del que suscribe), pero tiene su intríngulis.

Mis amigos, tanto los vigueses como de los de mi hogar del norte, a los que respeto como antiguos y aplicados caraduras, borrachos, pragmáticos elementos de solitarias noches, acosadores ocasionales, cachondos mentales y un sinfín infinito de adjetivos de toda clase y condición, dicen de mí que tengo "el listón muy alto".

Si ellos lo dicen, será cierto, porque los amigos son honestos con estas cosas. A veces, incluso demasiado... Yo, la verdad, no lo niego. Me sirve para excusar mi relativo poco éxito a la hora de relacionarme con el sexo débil.. Aunque he intentado cambiarlo.

Con la excusa de mi viaje a California, por eso de estar al otro lado del universo conocido, a 9 horas de jet lag, quisé hundir el listón en el Pacífico. Lo intenté. Primero, porque el Pacífico era y es un océano distinto al mío habitual y tal vez su distinta salinidad lo permitiese. Segundo, porque este blog tenía en sus inicios un objetivo claro: servir de plataforma narrativa para compartir correrías sexuales con amigotes vigueses.

Además, tras pasar el exigente tests de mis colegas más allegados, debiera también haberme permitido obtener cuantiosos ingresos combinando dos de mis aficiones preferidas: sexo y literatura (tal vez sean mis preferidas por lo que poco que las practico), pero ya os habréis dado cuenta de que no fue así...

Mi listón, el muy cabrón, flotaba, no hubo manera de hundirlo. Además, las chicas rubias, altas, guapas, divertidas, inteligentes, etc. no siempre quieren mezclarse con galanes de medio pelo como un servidor. Sólo a veces, cuando se confunden, las confunden o simplemente se les va la olla.

En mi opinión, sin embargo, mi problema para entablar relaciones sentimentales no es por lo elevado del listón. En mi familia somos todos solteros: mi madre, mi padre, mi hermana e incluso el perro (al que no le queda mucho, pero aguanta). Mi problema, a la vista de las circunstancias, ¡es claramente genético!. Llevo el gen de la incapacidad para relacionarme con el sexo contrario durante más de 2 ó 3 horas continuadas (hala, menos lobos campeón!) .

Volviendo a mi colección de calabazas, el año pasado por estas fechas recibí una enorme de una rubia, alta, guapa, etc. Y este año me ha vuelto a pasar, de distinta forma pero con idéntico resultado de noches solitarias, con una igualmente rubia, alta, incluso más guapa, etc., también con calabaza de tamaño familiar.

La mayoría ya conocéis los detalles de la más que divertida, corta pero intensa, alocada y simpática historia de un tal "javi de VigoVigo", aficionado por un día a bajar bolsas de basura de piso de mujer increíble semidesnuda a horas intempestivas. Así que, por el bien del blog y su inexistente compromiso con los posts cortos, le ahorraré la versión long al resto valiéndome de mi cuestionable capacidad de síntesis: yo estaba borracho, ella más.

Y eso que cada año soy más majo y, si me diese bien mentir, añadiría que también más alto y más guapo. Bueno, bien, en realidad sí lo digo, de hecho lo repito continuamente, pero nadie se lo cree, soy poco convincente.

Con todo, a pesar de mis sonoros fracasos y el escaso espacio sobrante en mi estantería de preciosas calabazas XXL (las pequeñas las tiro directamente, son demasiadas), una vez comprado el casco de minero y decidido uno a tener retoños medio guapos e inteligentes, de rubia cabellera, aunque sea de bote como el de su estupenda madre (me gustan las teñidas, ya os lo explicaré otro día), es muy difícil dejarlo todo y dedicarme a otra cosa, como por ejemplo quedarme en casa.

Así que ya sabéis, chicuelas aficionadas a repartir calabazas en lugar de "sí quiero's", yo seguiré en mis trece, resuelto a incrementar mi colección de plantas herbáceas aún a riesgo de colocar otro estante en mi pared, con el claro y sencillo objetivo de dormir acompañado y ser un futuro candidato a tantos cheques de 2,500 € como sea posible.

Además, estoy incluso dispuesto a arrodillarme, no para pediros en matrimonio, sino para juntar mis manos y ayudaros a saltar el inundible y elevado listón que llevo a cuestas. Ánimo, sólo es de 1,65-1,70 dependiendo del día! Y el tinte lo pongo yo!