lunes, enero 09, 2006

David Meca, la guiri y un servidor

Los inicios de año están plagados de solemnes promesas. El día 1 de enero, además de la resaca de todos los que pasan (servidor incluido) las primeras horas cerca de la barra de un bar, quien más y quien menos tiene la sana intención de conseguir algo que no ha logrado hasta ese momento. El “01/01” en el calendario es una especie de poción mágica psicológica de Panoramix para dotarnos de fuerza infinita y lograr cualquier meta.


Este año, sin duda, es el de dejar de fumar la auto-promesa de moda. La ley antitabaco le ha servido a muchos de excusa para intentar vivir sin humos. Como en la fiebre del oro californiana, donde unos pocos encontraban el suficiente metal dorado para cambiar de vida, otros sólo lo necesario para seguir buscando y muchos nada de nada, de los cientos de miles que se habrán levantado tras haberse fumado los teóricos últimos 40-60 pitillos de su vida, a día de hoy muchos habrán visitado ya un estanco. En California se hicieron ricos todos los almaceneros, proveyendo de utensilios y comida a los buscadores, y en España se harán todavía más ricos los farmacéuticos. Seguro que a más de uno los Reyes le han traído parches de nicotina...


Como además de reencuentros familiares y amores de inicio de año, en estas fiestas lo más común es engordar unos kilitos debido a las numerosas comilonas, muchos miles habrán anotado en su lista de sanas intenciones el dejar de engullir como si los supermercados desapareciesen mañana. Sin embargo, no es así para todo el mundo...


Quién no ha leído, visto o escuchado algo estos días sobre el loco que ha estado nadando durante más de un día para ir desde la Península a Las Baleares. David Meca, además de llevar un traje de piel de foca, comía con fruición para subir de peso y sumar al traje una capa interior de grasa natural. Pretendía así sobrellevar mejor las relativamente bajas temperaturas del Mediterráneo. Supongo que no tardará demasiado en sorprendernos con alguna otra azaña ante la cual tendrá que volver a cebarse.


Otro ejemplo es el de aquella "guiri" que cayó a las aguas del Atlántico en frente de las costas coruñesas. No podían rescatarla desde tierra y tuvo que aguantar entre las olas durante más de 30 minutos, hasta que un barco de salvamento marítimo pudo acercarse a recogerla. Según la noticia, sólo su más que notable grasa corporal le permitió salvar la vida ante la hipotermia. Sin ánimo de ofender, diré que más que recogerla del mar, la izaron. Dos fornidos marinos intentaban sin éxito cogerla por las ropas y sacarla del agua, pero sólo con la ayuda de un tercer tripulante (y una probable hernia discal) fue posible. La chica salvó la vida gracias a sus costumbres alimenticias del pasado y tiene la justificación perfecta para mantenerlas.


En mi caso, me sirvo también de la pócima mágica del día 1 para auto-sugestionarme con la promesa de un año inolvidable, el mejor de todos, pero el dejar de comer tampoco aparece en mi agenda. He "cogido" unos kilitos, porque después de casi cuatro meses a base de fastfood yankie volver al hogar es un placer principalmente para el sentido del gusto. Además, estaba más delgado de lo normal y me ha venido bien volver a sentarme a una mesa donde se utiliza cuchillo y tenedor. Con todo, este año, mi sana intención es la comerme el mundo. Habrá que esperar a ver si se deja...

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