sábado, agosto 27, 2005

Jet lag

Tras haber aterrizado el lunes en San Diego (CA), a pesar de mis pocos días aquí, me siento como si fueran semanas las que me alejan de "mi casa".


Mi casa, como diría el simpático y afable marcianito de E.T. (el sábado antes de venir vi el final de esta película por primera vez), significa para mí familia, amigos y trabajo. Llevo tantos años entre dos ciudades, que me resulta imposible nombrar tan sólo a una de ellas como mi verdadero hogar. En ocasiones es necesario alejarse un poco para poder ver desde una perspectiva adecuada.


Desde mi llegada, probablemente la pregunta que más veces me han hecho es el clásico "where are you from?", seguido del no menos socorrido "and from which city in Spain?".


No me había dado cuenta antes de que ya no soy de una sola ciudad, pueblo o como queramos llamarlo. Mi hogar se estira 155km del norte al sur de Galicia (verdadero superconjunto de todo este lío existencial) o, lo que es lo mismo, la distancia por autopista entre Vigo y Coruña, trayecto éste recorrido por mí cientos de veces en los últimos nueve años. Soy vigués de corazón, morador coruñés, quien sabe...


Vivo (o vivía) en ambos sitios y en ninguno al mismo tiempo, con cierto amor y cierto odio (desigual) por las buenas y malas cosas de cada una de ellas, pero siendo absolutamente incapaz de elegir una y abandonar la otra. Soy un amante díscolo de mis dos "casas" y espero poder seguir siéndolo en el futuro, sin que ninguna de ellas se vuelva celosa y me obligue a elegir, abandonar, llorar...


A pesar de que decía antes "me siento como si fueran semanas [...]", lo cierto es que hay algo que me recuerda cada día lo reciente de mi llegada: el jet lag.


Entre San Diego (CA) y Vigo-Coruña hay 9 horas de "descompensación horaria", del -8 GMT de San Diego al +1 GMT de Vigo-Coruña. Con lo cual, cualquier parecido con la realidad diaria de mi vida en Galicia tiene poco o nada que ver con mis avatares aquí. Me levanto a la hora de la siesta, me acuesto cuando debía levantarme, ceno de madrugada, como a la hora de cenar...


Siguiendo los sabios consejos de las noticias en sección deportes -giras asiáticas del Madrid-, mi primer día permanecí despierto hasta que cayó la noche y obligué a mi cuerpo a seguir los ritmos horarios de la costa del Pacífico. A pesar de ello, cada noche a eso de las diez hora local siento como si hubiese corrido una maratón, y me voy a la cama para despertarme cada hora a partir de las cuatro de la mañana.


El famoso jet lag, queridos amigos, no es algo exclusivo de los futbolistas con giras veraniegas, le puede pasar a cualquiera, incluso a algún modesto vigués-coruñés buscando oro en California.


Con todo, y a pesar de que la NASA afirma que es necesario un día por cada hora de desfase para recuperar totalmente el ritmo cardíaco habitual, frescura mental (no sé si la he tenido algún día, pero esa no la recupero), etc.; con total seguridad hoy mismo estaré adaptado, después de tan sólo 4 noches. El motivo de mi milagrosa y veloz total adecuación al horario californiano es muy sencillo: es viernes, hay que salir.

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