jueves, diciembre 22, 2005

Buscando “oro” bajo el Puente de Rande

Tras mucho cavilar (5 minutos aprox.) he tomado la decisión de cambiar el apellido del blog por el título que acompaña a este post. California queda ya muy lejos, a pesar de que llevo tan solo dos días en casa, y mi morada provisional en el hogar familiar vigués está mucho más cerca del Puente de Rande que de cualquier otro lugar.

La búsqueda del “oro”, o la felicidad, como ya he explicado en una entrada anterior, es un camino infinito, aunque alcanzable por etapas. El viernes próximo volveré a cruzar el Puente de Rande [lafiebredeloro.blogspot.com], volveré a recorrer los 155 kms. de asfalto entre mis dos ciudades preferidas y volveré, también, a experimentar esa sensación de felicidad cuando baje la ventanilla, haga frío o calor, y sienta la brisa marina de la Ría, a 50 por hora, con la recuperada y pretendida melena al viento, la sonrisa de oreja a oreja y la música a todo volumen. Un poquito más de “oro” para mí.


A mi compañera de apartamento -roommate en inglés a pesar de que no compartíamos habitación, tan solo baño- en San Diego, Judith, le hacía gracia cuando yo caminaba dando saltos de alegría, porque el semáforo había tardado “poco” en permitirnos cruzar la avenida de camino al gimnasio; o cuando rompía a reír, vociferando por teléfono mientras hablaba con mis amigos vigueses; o cuando empezaba a dar palmas y gritos, a modo de entrenador de fútbol animando a sus chavales antes de un partido, ante la inminente juerga nocturna... Decía que me faltaba un tornillo, pero en realidad sé que le encantaba, si bien nunca me creía cuando le juraba y perjuraba que todos los españoles somos así, “gente rara” que se pasa parte del día dando saltos, pegando voces, cantando y haciendo el tonto a la menor ocasión... Obviamente no somos todos así, ni siquiera yo... Ella, si había alguien desconocido delante, siempre decía lo mismo, a la vez que movía los hombros con un gesto de supuesta incomprensión: “This is my roommate”.

La realidad es que su roommate no estaba ni está precisamente "loco", o al menos no más que la mayoría, pero sí es/soy (no voy a hablar de mi mismo en tercera persona) un tipo de sonrisa fácil, al que no le cuesta nada alegrarse con los pequeños detalles de cada día, en ocasiones perdiendo un poco las formas. Al fin y al cabo, si no pudiera hacer el tonto a miles de kilómetros, en California, volviendo a la universidad tras 4 años, dónde iba a hacerlo? Era normal estar (casi) siempre contento, con las gafas de sol y la novedad continúa de estar en un país diferente, alejado del trabajo y la rutina, yendo a la playa y caminando por el campus, viviendo la noche californiana o disfrutando de las veladas de Newport Place...


El volver a casa tras tanto tiempo no ha sido, por ahora y extrañamente, algo especialmente traumático ni complicado. Ya he dicho que suelen gustarme los cambios y, en cierta forma, mucho ha cambiado también a este lado del Océano. En 4 meses todo es susceptible de evolucionar, desaparecer, nacer... Si hasta contamos con un nuevo canal de televisión -4-! (Iñaki, en la radio lo hacías mejor) Ver la tele en español, no en inglés o mexicano, es toda una novedad, algo impactante, creedme.

Tan solo dos días en Vigo, los cuales me he pasado durmiendo, tras el largo viaje; comiendo con la pandilla/equipo de baloncesto vigués, el cual vino en pleno a recogerme al aeropuerto; hablando por teléfono en conversaciones interminables, con toda esa gente con la que no conversaba desde agosto o más allá; intentando localizar mi enorme maleta, por supuesto extraviada en alguna conexión, y llena de libros, ropa y regalos; y en la oficina, en la obligada vuelta al trabajo. "4ocho" horas no dan para mucho más, aunque sí para descubrir con cierto horror que no soy el único buscando oro bajo el Puente de Rande.

En alguna de mis primeras, e interminables, conversaciones telefónicas de estos dos días, alguien me comentó la noticia: Una expedición rusa está buscando el oro bajo el Puente. Lo he confirmado hace unas pocas horas, tras un veloz viaje a través del infinito repositorio de conocimiento del universo internet: Después de tres siglos tras el oro perdido, una consorcio ruso está dispuesto a invertir 230 millones de euros en su búsqueda de “El Dorado” [lavozdegalicia.es].

Yo les prevengo, señores provenientes del frío invierno de la madre Rusia, de que el “oro” bajo el Puente de Rande, uno de los 10 tesoros más buscados [elmundo.es], me pertenece. Da igual cómo intenten localizarlo, la cantidad de recursos que empleen o el empeño que pongan en ello. Ese “oro” ha estado esperándome durante más de 300 años y seguirá, si es necesario, en ese estado, expectante como yo, otros tantos. Ése es "mi tesoro", es mío, me pertenece.

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