viernes, agosto 04, 2006

The look

“Hola!, llego tarde o oops!” Tropiezo con el tercer escalón y me inclino gracilmente para observar con detenimiento el rosa granito de las baldosas... “Ejem, pues eso, llego tarde?”

“No, hasta las 9 seguimos abiertos”, me dice la interfecta con una leve sonrisa, posiblemente provocada por mi curiosa forma de subir escaleras, medio a pie, medio a gatas. “Es su primera vez? Tiene alguna preferencia?”

Así empezamos una conversación de esas tan genéricas que pueden mantenerse en cualquier ubicación espacio-temporal. A veces no sabe uno muy bien donde se mete, pero tras la opípara comida de negocios de 70 € por cabeza, me vino a la cabeza (nunca mejor dicho) no trabajar más e irme a recortar la longitud y volumen de mi cabellera. Es decir, me fui a la “pelu”.

Por eso el título, the look [sonofaplumber.com], que no se refiere a aquella canción de Roxette [roxette.se], grupo preferente de mi valenciana preferida en la adolescencia, sino al cambio de imagen al que me han “sometido”. Me han cambiado el look.

María, mi estilista de hoy, o peluquera, para aquellos que gusten de llamar a las cosas por su nombre de toda la vida, me toco en suerte al ser “no” mi respuesta sobre las preferencias. Y por supuesto que tengo preferencias (que no prejuicios), pero como en Vigo voy a la pelu de pascuas en flores, debido a mi terrible memoria para algunos nombres, siempre le doy a la “palanca de la máquina” y dejo que el azar decida sobre quien mesa y recorta mis cabellos.

Lo malo de que decidan por uno, es que uno no decide, acata, con resignación o sin ella. Obvio, verdad? Pues sí, pero no por más obvio es menos cierto. No elegí estilista, pero sí elegí continuar con mi look de los últimos meses. María tenía la tarde creativa y decidió unilateralmente cambiarlo, interpretando mis palabras con licencia artística, ante mis sorprendidos y atónitos ojos.

La última vez que cambie de peinado fue en USA. Anso, mi peluquera francesa particular (vuelve a Francia el 10 de agosto), y se-muá manteníamos una de esas trascendentales conversaciones de 2 horas sobre la vida, obra y milagros de nuestras respectivas ex-parejas. Bueno, principalmente de las suyas, por eso de que tenía mucho más que contar al haber cortado con su churri francés 2 semanas atrás, tal y como un servidor, cual agorero y fatalista Rapel, había presagiado poco tiempo atrás.

Mientras yo escuchaba sus lamentos y le decía que era una tía estupenda que iba a ser muy feliz, ella me arreglaba el pelo. Claro, que 2 horas dan para mucho, más aún bajo el sol de California, y tijeretazo va, tijeretazo viene, mis curleys se fueron a paseo y mi nuca quedó totalmente al descubierto. Según Anso, estaba más guapo así, pero yo le había cogido cariño al gesto mañanero de engominar mis rizos. En fin... cómo me gusta que me toquen el pelo! Soy un adicto, no tengo remedio.

En esta ocasión, no ha sido mi nuca, la cual sigue camuflada bajo algún resto de curley semi rubio-castaño, sino todo lo demás, lo que ha sufrido el cambio. Por lo visto tengo un aire más juvenil, lo cual es sorprendente teniendo en cuenta la cara de niño de teta, o chavalín, que aún, dicen, conservo.

Mi look actual es pelo corto peinado despeinado, es decir, como me lo cortaba cuando tenía 12 años, pero revuelto. Toda una innovación! Por favor chicas, no me confundáis con ninguna estrella del pop setentero, respetadme y acercaros una a una, así tendréis menos problemas para salir corriendo cuando me veáis de cerca...

Conste que, a pesar del tono un tanto sarcástico y revanchista de este post, le agradezco a María el cambio. Al fin y al cabo, me gusta cambiar. Hace unas semanas decidí abandonar 15 años de adornos y avalorios en forma de brazaletes, cadenas, colgantes, pendientes de pega, anillos y/o collares tobilleros; por, simplemente.... no llevar nada. Otra innovación.

Iba a escribir una historia sobre mi abandonada pulsera de Live Strong, otra sobre la típica coruñesa, una más sobre el tatuaje que pienso hacerme en Shangai y la última sobre mi próximo semana de vacaciones ¿en barco?.

Al final, todo se ha quedado en mi involuntario cambio de look. El post ha superado la longitud razonable y ni siquiera he contado los diversos motivos de mis dos rapes al uno y cuasi-cero de hace años, o cuando me teñí de color zanahoria, el cual tornaba en rojo pumuki cuando lo engominaba...

De esas circunstancias pasadas no hay fotos, al menos digitales, pero prometo subir cuanto antes la de hoy a Flickr, por eso de que podáis reconocerme si me veis por la calle :-/

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