miércoles, septiembre 12, 2007

Fixémola boa

Así reza el revés del "mapa" con el que recorrimos Santiago el viernes pasado, una noche de reencuentros, risas y resacas varias.
Una pena que no podáis ver más imágenes que las de la hoja de papel tornada en mapa y excusa para la charla con propios y extraños, pero es que mis pilas se descargaron esta vez nada más llegar a la capital de Galicia, tras hacer una única foto de la catedral al anochecer.

Viajo normalmente con un solo par de pilas, las cuales no cambio hasta que se acaban, eso sí, ya de vuelta a casa y acabado el viaje. Es una costumbre convertida en manía, me gusta que las pilas se acaben "cuando tienen que acabarse", como todo lo de verdad en la vida, sin posibilidad de recambio a mitad de partida. Para cada viaje, un único juego de 2 pilas, más o menos gastadas dependiendo de cuántas fotos hubiera hecho en el anterior paseo...

Manías aparte, Carlos y Ana, amigos madrileños a los que veo de tarde en tarde, tuvieron la ocurrencia de hacerse el camino de Santiago y llamarme para encontrarnos en la capital. Yo, como soy hombre de pocos recursos geográficos, y sólo me muevo con relativa soltura en mis dos hogares, tiré de teléfono para informarme y servir como guía.

Al final, conseguí un mapa del tesoro pintado en 15 minutos por un holandés, compañero de piso amante de Compostela pero cansado de su frecuente lluvia, 200 días al año según dicen las malas lenguas.

Al inicio, hicimos caso de la guía gráfico-léxico del ex-amante de la lluvia, buscando bares con tele para que yo pudiera ver a España machando a Grecia, gritando como un energúmeno el archifamoso "ratatatá" de Montes con cada mate y alley hoop [wikipedia] de los Spanish basketball players, reconozco que ya afectado por las primeras cervezas.

Una vez lleno el bandullo de tortilla, croquetas y demás manjares y/o fritangas del gusto de los presentes, el mapa perdió sentido en nuestras mentes y los ultrasociables de mis amigos empezaron a tirar de repertorio para enrollarse con todos/as y cada uno/a, para gusto y disfrute del respetable público (uséase, yo) absorto de tanta sociabilidad puesta en juego en tan escaso espacio de tiempo. Y no es que un servidor sea tímido precisamente!

De tres pasamos a más de media docena, visitando garitos de los cuales no recuerdo ni nombre ni situación, donde mantuve conversaciones de toda condición con galegos y galegas gustosos de los simpáticos guiris, inglesas recién llegadas a la Terriña deseosas de dormir acompañadas, estudiosos y sorprendidos australianos, galegos borrachos y amenazantes... De todo hay en la viña del señor, sobre todo si las uvas ya han sido embotolledas y servidas...

A las pocas o muchas horas, Carlos ligando (o eso pensarían ellas) con todas y cada una, antes, durante y después de que Ana se fuera al hotel vencida por el alcohol. Por mi parte, yo perdí por un rato mis manías de mujeres altas y rubias, para poner a prueba la "táctica del silencio" -o "cállate y no la cagues"- de Carlos, maestro entre maestros del comportamiento humano a la hora de vender neveras a esquimales. Cómo me gusta hacer amigas!

Fixémola boa chavales, pero guardo el mapa hasta la siguiente visita, no vaya a ser que alguien insista en seguir corrigiéndolo, quemándolo, firmándolo... Mientras tanto, id pintarrajeando una réplica de la capital del Reino, cualquier día os aparezco por Madrid.

1 comentario:

javivázquez dijo...

Palabra de Carlos: "Cuantos menos prejuicios, más altas y rubias son"

Carlos, eres un crack!