martes, abril 01, 2008

De dieta

Pues sí, estoy de dieta, o a dieta, como prefiráis.
- "¿Pero cómo tú de dieta? No me digas que ahora estás gordo... O gordito, para los amigos de los eufemismos..."

No, querido interlocutor imaginario, no estoy ni obeso, ni gordito, ni rechoncho, ni ancho, ni fuerte... ni ninguna de las mariconadas del lenguaje que se utilicen para nombrar a los gordos. Estoy más o menos como siempre, entre 70 y 77 kilitos, pero aún así estoy a dieta. Eso sí, es una dieta algo particular... Mi dieta se basa en no comer más de un bote de Nutella a la semana.

Sí, sí, claro, muy fácil pensaréis, pero eso porque vosotros no habéis ingerido un bote y pico la semana pasada. A cucharadas, claro, sin mezclar ni contaminar, como se deben comer las cosas realmente buenas, tal cual han venido al mundo. Ya me lo decía mi madre todos los fines de año: "hijito, no mezcles". Y yo, como fiel vástago, le hago caso: la Nutella, sola, solísima, pura, extraordinaria...

Para seguir la dieta, hay que vencer al menos un par de leyes de la naturaleza. La primera, la Ley Teoría de la Relatividad. No la de Einstein, la de mis compis de piso. Según esa Teoría, todo es relativo, incluida la gordura: cuantos más gordo estoy yo, menos gordos están ellos. O, dicho de otro modo, cuanto mayor sea mi curvita de la felicidad, mayor será su felicidad, con curva o sin curva...

En fin, en mi casa la Teoría de la Relatividad se traduce en botes de Nutella que aparecen en casa porque sí, sin más. La segunda Ley a vencer sería la Ley del Deseo, la de Almodóvar, aunque no protagonizada por homosexuales y transexuales ex-alumnos de colegios de curas, sino por una morena, de oscuro y voluptuoso cuerpo. Ay, mi Nutellita... bonita, estoy a dieta.

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