jueves, enero 29, 2009

Historia de una obsesión

Día D, hora H, minuto M...

El próximo domingo mi hermanita y yo mismo volamos a Suecia, un servidor con gomitas de brackets falso color naranja (carne pufo deberían llamarle), fruto de mi última pasada por Vigo para superar el ecuador temporal de mi ortodoncia.

Pasaremos una semana en Estocolmo, espero que compartiendo espacio en el piso de 18m2 de Hanna, una amiga sueca conocida de mi younger sister durante su excedencia vital en Australia, lugar situado justo debajo del globo mapa-mundi de cualquier habitación, y en mi "lista mental de zonas pendientes para escaparme unas semanas antes de los 35".

Las suecas, según mi hermana, son mujeres perfectas: más rubias, guapas, potencialmente morenas y desproporcionadamente bien dotadas que cualquier otra fémina sobre la Tierra.

Además, durante dos días nos escaparemos al norte, a Kiruna, por debajo de 10 grados por (casi, tal vez) primera vez en mi vida, a pasar más frío que cuando lo del amanecer tras 10 horas de coche y 2 horas de sueño en Grand Canyon, aquel nunca olvidado diciembre yankie de 2005.

Recuerdo la última vez que emigré por pocos días al Norte, en sentido contrario a las aves del mismo hemisferio en busca de mejores climas. Bouzada (Bz) y yo decidimos pasar juntos unas de nuestras últimas vacas, todavía jóvenes y solteros en edad de merecer, antes de los 25, sin trabajo e hijos que lo impidieran.

Bz ofrecía casa gratis en Holanda y yo quería ir a Escandinavia, siendo fiel a la historia de una obsesión por las mujeres rubias, altas, guapas y delgadas. Y la casi Escandinavia más cercana a los Países Bajos era Denmark. Así que, durante un acto de agencia de viajes digno de escena teatral, decidí reservar vuelo de ida a Amsterdam y vuelta desde Copenhague.

Eran buenos tiempos aquellos del inglés macarrónico y los autobuses Amsterdam-Copenhague...

Muchos años después, en una década ya con dígito primero impar, volaré a la verdadera cuna de esta historia de una obsesión, (por todos) conocida, broma sempiterna y reconocida (por mí) afición malsana.

Algunos dicen que no volveré; otros que volveré, sí, al norte cada semana; los de más allá, que me dedicaré a la trata de blancas y/o al intercambio de cromos; los últimos que nunca tal obsesión tuvo su final tan cerca... al toparse bruscamente con la realidad, la cual supera frecuentemente la ficción, pero en raras ocasiones mi locura por lo imaginado e imaginable.

Pasearemos tríneos arrastrados por huskies, guiaremos motos de nieve y otearemos el horizonte en busca de alguna deseada Aurora Boreal. Haremos fotos, pasaremos frío, nos volveremos locos...

Llamaremos a mamá cada día para que no le dé un ataque al tener a sus dos hijos, por primera vez, juntos lejos de casa...

Primo, son las 2:15am, espero mañana disfrutes con este alocado y taciturno post de pre-viaje a la cuna e inicio (o fin) de la historia de una obsesión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Primo, jaja, tarde lo he leído que ya no podré desearte suerte en tu búsqueda de la "Felicidad".

Supongo que ya estarás de vuelta en esta nuestra tierra de morenas.

A lo mejor se te ha caído un mito o quizás vuelvas reafirmado en tus principios.

Sea como sea, ya me lo contarás.

Un Abrazo!!!

javivázquez dijo...

Lamentablemente, se me ha caído un mito, lo contaré en mi próximo post, a ver si esta semana :)