miércoles, marzo 15, 2006

El fútbol es así

¿A quién no le gusta el fútbol? Bueno, a mí sí, no soy un fanático pero me gusta, sobre todo porque acostumbro a jugarme unas cuantas cenas al año con diversas cuestiones de la Liga de Fútbol Profesional [lfp.es] de por medio.


Me informo sobre el mundo del fútbol, sobre todo porque sólo hay una cosa peor a perder una cena conmigo, que soy un tragón con un más que notable “saque” comiendo fuera de casa, y es perderla con mis amigos, no tan tragones, pero con un excelente saque, pase, remate... lo que haga falta, cuando se trata de cenas que pago yo.


No nos engañemos, el fútbol es el deporte nacional. Cada españolito, con honrosas, pero escasas, excepciones, es el “hombre que más sabe de fútbol de este País” (perdón Bouzadita, no se dice este país, se dice Errrspaña!). Cada uno de los españolitos, y cada vez más españolitas, de a pie es un seleccionador nacional en potencia, un científico del rodar del balón sobre el césped, un crítico afamado y cruel de la última actuación del gordito Ronaldo de turno, un lector incansable y sagaz de la bibliografía existente, en fin, un estudioso intelectual de la filosofía y maneras del bien llamado “Deporte Rey”...


Por algo todos los políticos y personajes populares, o populistas, utilizan metáforas futboleras cuando quieren ridiculizar las propuestas de otros, porque ese lenguaje, el futbolístico, más allá de la retórica política o los discursos literarios, es el conocido/entendido por todos. De fútbol todo el mundo sabe, todo el mundo opina y, lo más importante, todo el mundo tiene razón.


Y tras este preámbulo o largo inicio, tal vez engañoso, como de costumbre, no puedo negar que no quiero, hoy al menos, escribir sobre fútbol. Esto lo dejo para cuando se confirmen matemáticamente las cenas (2) que voy a ganar (sí, soy un inmodestísimo apostador) a final de temporada... Voy a servirme de este lenguaje universal para “metaforear”, al igual que hacen los populares y/o populistas.


Un “futbolista profesional” quiere jugar siempre. Por mucho que cobre, a nadie le gusta estar en el banquillo o en la grada. Cuando se lesionan, lógicamente no les gusta ver a otro en su puesto, porque saben que podría arrebatárselo por siempre, pero lo aceptan al no quedarles otra opción. Sin embargo, cuando el “entrenador” de turno decide cambiarlos, conformar el equipo utilizando a otro, y sentarlo a uno con el resto de suplentes, o incluso junto al público, tan solo dedicado a mirar y morderse las uñas, pero sin poder golpear el balón, la cosa es muy distinta.


Chavales, “futbolistas” todos, a ninguno nos gusta que nos cambien, el banquillo y el palco del público es para los otros, porque ser suplente, en según que cosas, no es bueno para la salud ni para el amor propio. Por desgracia, en el equipo sólo entran once, y el “entrenador”, al final, es el que decide. Es el mejor cuando acierta con uno, y un ignorante cuando se equivoca poniendo a cualquier otro.


Por muchas, o pocas, explicaciones que pueda darnos, todos queremos jugar, somos egoístas y posesivos, nos creemos, o nos gustaría ser, el mejor en nuestro puesto. Además, si nos equivocamos, queremos otra oportunidad, si nos lesionamos, queremos tiempo para recuperarnos... No es el “dinero”, no es el “deporte”, es el orgullo obligado de cualquier profesional.


Con todo, sin lugar a dudas, la peor situación posible para un “futbolista profesional”, es ser cambiado por otro que, a todas luces, menos en opinión del “entrenador”, no jugaría ni en el Alcoyano. Un tipo que no aceptaríamos para que nos lanzase el bidón de agua desde la banda. Ese tío, el que ocupa nuestro antiguo sitio, no jugaría ni aunque alineasen a 50 en vez de a 11, pero el “entrenador” decide, y a uno sólo le queda irse a luchar por un sitio a otro equipo o comerse las uñas como un gilipollas desde la grada.


En esta vida, la que a mí me gusta tanto últimamente, no se puede ser gilipollas (mucho tiempo). Siempre habrá algún equipo donde lo saquen a jugar a uno, aunque tenga que comerse las uñas de vez en cuando. Y si, a pesar de todo, es que no, ya sabéis lo que dicen: el fútbol es así, no hay enemigo pequeño...


Ya, ya lo sé, mis dos años federado en 3ª regional no me dan ni siquiera para hablar mucho de “fútbol”, ni para considerarme mejor que cualquier otro, pero es que yo quiero seguir jugando... El día menos pensado, me hago “entrenador”!

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