sábado, octubre 21, 2006

Últimamente

O lo que es lo mismo, desde mi último, penúltimo o antepenúltimo post, es decir, últimamente.

Vaya frase de círculo, como la novela del mismo nombre, de Suso de Toro [wikipedia], la cual empieza igual que acaba, o acaba como empezó, en cuyo caso ya no sabemos dónde está el final y dónde está el principio (los del círculo).

Si la leí hace años, por qué me acordaré de ella ahora? Será porque está lloviendo y la novela estaba ambientada en Santiago y su casco antiguo con calles de piedras (sí, piedras, no piedra). Y es que a mí la lluvia siempre me recuerda a Santiago de Compostela, la ciudad más lluviosa del mundo en mi pequeña realidad, esa de detrás de mis gafas ahora verdes, antes azules.

Pensando, pensando... Llueve sobre las piedras y estas se mojan, qué cosas, para que luego digan que el mundo cambia continuamente. No cambia nada, todo sigue igual, al menos para las viejas piedras de Santiago y cómo se mojan bajo la lluvia, con gotas que caen de punta y luego se juntan para correr siempre hacia abajo, donde quiera que esté "abajo".

Pues eso, nada cambia, siempre habrá piedras en Santiago, siempre habrá "abajo" destino de gotas convertidas luego en ríos urbanos, ríos de alcantarilla, ríos de los de toda la vida... los cuales desembocarán en el mar, para volver a convertirse en gotas y saltar desde las nubes de nuevo sobre las piedras. Otro círculo que se cierra, otra vez sin final ni principio.

Qué bien se lo pasan las gotas, vivan los círculos! Pobres piedras, abajo los círculos!

Ah!, cierto, cuando llueve también me acuerdo de San Diego, con San pero sin Tiago. La primera vez que ví llover allí salí a mojarme, a cerrar los ojos y sentirme piedra santiaguesa por un rato.

Estaba loco/bebido/drogado? No creo, seguro que hasta las piedras echan de menos mojarse, a las gotas, de vez en cuando. Al fin y al cabo, cuando falta alguna (piedra), algunas gotas se apenan por su desaparición y, en vez de correr hacia abajo, se quedan para llenar su hueco. Es normal que las echen de menos.

Cuando algunas gotas se hacen pasar por alguna piedra se dice charco, lo que crucé para llegar a San Diego y sentirme pétreo bajo la lluvia yankie. Dicho de otro modo, charco: mera excusa para cerrar otro círculo, el del sin Tiago.

Y van 3 círculos en lo que va de post: el de Suso, el de las gotas y las piedras, y el mío con San Diego, aquel de Santiago-San Diego-Santiago. Éste último se cerró al aterrizar en Santiago y ver a toda mi pandilla viguesa, con lo que tuvo principio y fin, o no?

Cuán largo el desvarío previo para volver al principio (otro círculo) y al "últimamente", una palabra de esas para referirnos a algo abstracto, lo último de no se sabe cuándo, tan válido para los últimos 27 años, 10 meses y 15 días -mi edad actual-, como para los últimos 45 minutos, cuando empecé esta historia de círculos, gotas y piedras.

Por qué? Porque mi vida, últimamente, va en círculos. O ella o yo, no lo tengo claro, a lo mejor ambos, quién sabe.

No hay comentarios: