sábado, febrero 03, 2007

Qué, cómo y por qué tatuarse en una "tienda de ropa"

Si bien ya casi todo el mundo que ha tenido la ocasión de encontrarse conmigo en estas últimas 3 semanas conoce la historia en persona, por lo que escribirla tendrá menos interés y sobre todo mucha menos gracia, no puedo dejar de dejar escrito para la posteridad el cómo y dónde me marqué para siempre.

Antes de nada, como disclaimer y mensaje a navegantes, decir que lo de tatuarse duele, no lo hagáis en casa. En mi caso, una hora y tres cuartos de trabajo para el artista Benito, de los cuales unos 75 minutos estuvieron dedicados a deshollarme lentamente. Duele, sangra, es para toda la vida... Lo dicho, no lo hagáis en casa.

Hace muchos años acordé con un amigo, al cual ya ni nombró por lo poco que nos vemos y hablamos, tatuarnos ambos símbolos chinos con un significado muy concreto. Con el tiempo, esa amistad se fue alejando igual que la intención de tatuarse cual gemelos. Yo, aprovechando el viaje a China, quise marcarlo en mi vida vía dolor, sangre y tinta permanente, pero no hubiera sido inteligente tatuarse en un País donde no existe tradición, así que me esperé a volver.

Como mi despiste general es de sobra conocido, supongo que a nadie extrañará que me confundiese de sitio para el tattoo. Me recomendaron uno y fui a otro cualquier por error. Ése es el resumen, falto de gracia tras haberme reído tanto contando cómo es posible confundir Delicatessen con Sicodelia, c/Real con "callejón X", un 2º piso con un bajo, etc. Estas cosas pasan , al menos a mí, cuando hay 3 sitios de tatuajes en 200 metros y uno pregunta sin especificar el nombre en una tienda.

- "Para tatuarse? Sí, aquí al lado, en el callejón.."

De poco sirvió que hubiera llamado antes al sitio correcto. La chica de la "tienda de ropa" afirmó conocer mi llamada, y yo ni me extrañé de lo pequeño del local, tener que esperar 2 semanas para el tatuaje... Dejé una señal y listo. Quince días después tenía que volver para grabar mi cuerpo para siempre.

Cuando Jota me acompañó para realizar el reportaje fotográfico, llegados a "lugar", subió corriendo unas escaleras que yo, lógicamente, no conocía. Al final de la escalera, a donde nunca subí, estaba el sitio que me había recomendado semanas atrás. El tío casi se muere de risa cuando le dije que yo no había estado allí y lo guié al sitio donde sí me iban a tatuar.

Benito, mi tattoo maker, era un artista formado en Vigo (mi casa del sur), con meses de experiencia vital en Tijuana y San Diego. A pesar de secarme la sangre con papel de cocina o ponerme un plástico de envolver bocadillos para proteger su obra, el tío lo hizo muy bien.

Empezando por el "por qué del dónde" (por error), y siguiendo con el "cómo" (paciencia, dolor, papel de cocina y plástico de envolver bocadillos), ya sólo me queda el "qué".

Alegría y fortuna (buena suerte) es lo que significa mi tattoo. Símbolos de chino antiguo ya sólo utilizado en HK (Hong Kong) y Taiwan, o al menos eso me dijo Eva, mi amiga británica-china-española (en el orden que ella prefiera), al enseñarle la camiseta roja comprada por pocos euros en la visita a la Muralla China.

La cuestión existencial, el quid de toda esta cuestión de marcarse cual vaca del antiguo y lejano Oeste, la recojen los propios símbolos:
Alegría, lo primero, que no falte. Lo segundo, fortuna, por lo que pueda pasar.

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