viernes, septiembre 09, 2005

Carta a los padres en California

Estimados padres y madres de jóvenes californianas:


en primer lugar, permítanme disculparme por dirigirles esta misiva en el idioma de Cervantes, pero mi inglés actual no me permitiría hacerles llegar el mensaje con toda la precisión y eficacia que su gravedad merece.


El motivo de este escrito, que espero les llegue a través de los mares del gran océano Internet, en la botella dorada que es mi blog, no es otro que el transmitirles mi enorme preocupación por el bienestar y salud de sus amadas y jóvenes hijas.


He podido comprobar, en mi reciente viaje a México, concretamente a la ciudad de Rosarito, algunas decenas de kilómetros al sur de Tijuana, el gran peligro y grave problemática a la que se enfrentan.


Déjenme decirles que México, a pesar de sus cálidas y maravillosas gentes, dista mucho de ser un lugar seguro. Antes de cruzar la frontera, es muy aconsejable visitar alguno de los numerosos drive-in existentes para asegurar el vehículo durante los días que esté fuera de USA. Como saben, su seguro de automóvil no es válido cuando visitan a su vecino del sur y es recomendable, aunque no obligatorio, una póliza a mayores que les permita viajar con tranquilidad.


Para un modesto vigués-coruñés, acostumbrado a pequeñas y tranquilas ciudades, asegurar el coche en tales circunstancias puede resultar preocupante. Ya saben que las compañías de seguros no admiten los caprichos ni creen en la casualidad. Si el seguro no cubre ningún posible contratiempo con su vehículo en México, por algo será...


Además, durante el viaje, uno de los compañeros del mismo y conductor del vehículo, ante mi curiosidad sobre el entorno mexicano, amablemente me explicó sus tres detenciones -dos en Tijuana, una en Rosarito- y visitas de una noche a la cárcel en ese País. Al parecer, tampoco es aconsejable pasear solo por la calle siendo entranjero. La policía tiene mucho trabajo por las noches, y cualquier "sospechoso" es susceptible de ser detenido y "pasar por caja" para abandonar la cárcel de la comisaría.


La advertencia sobre las detenciones no era baladí, ya que pudimos comprobar lo que puede suponer orinar en la calle. En este caso, nuestro amigo Frederik tuvo la fortuna de conocer el asiento trasero de un coche patrulla mexicano durante tan solo 15 minutos, mientras otro de nuestros amigos, con ascendencia nativa, negociaba su liberación. Por suerte, $10 dólares fueron suficientes para devolverlo al grupo, aunque $100 hubiera sido la cantidad a pagar en circunstancias normales.


Sin embargo, la necesidad del seguro, no separarse del grupo de amigos o miccionar en la calle para no ser detenido no son el objetivo principal de esta historia.


El club objeto de nuestra visita, posiblemente el mejor y más popular del norte de México (al que daremos el nombre en clave de "Papas y Cerveza"), requería el pago de $30 por la entrada, sin derecho a consumición, pudiendo albergar a más de 10.000 personas al aire libre, disfrutando de la música y los espectáculos. Los policías armados en la entrada, así como el numeroso personal de seguridad privada, les darán seguro una idea sobre el ambiente reinante.


Precisamente, relacionado con el "espectáculo" del club citado, por otro lado presente en la generalidad de clubes mexicanos, versa de forma principal la preocupación en esta carta.


Los numerosos carteles en la carretera indicando de forma concreta y directa "No hagas nada en México que no harías en los Estados Unidos", no son suficientes para convencer a los jóvenes sobre el comportamiento adecuado cuando se sale de la madre patria estadounidense.


Consumir cocaína y drogas de diseño (igualmente baratas y populares), beber alcohol hasta perder el sentido o practicar sexo oral en cualquier esquina no es algo que sus hijos e hijas no hagan también en los Estados Unidos. Posiblemente lo hagan, aunque seguramente con mayor mesura y menor ostentación.


Sí, sus hijos e hijas van a México a hacer de forma desenfrenada y absolutamente pública lo que en Estados no les permite su minoría de edad, su verguenza o, simplemente, el entorno tan familiar y cercano a su hogar. Sin embargo, mi preocupación, citada ya en repetidas ocasiones, no tiene que ver tampoco con las drogas, el alcohol y el sexo. Como saben, además, la misma se centra absolutamente en sus hijas, y no en los varones.


El "espectáculo" del que hablaba con anterioridad está protagonizado de forma absoluta y estelar por sus hijas. El mismo trata de bailes obscenos con animadores y clientes del local, con el ingrediente principal de quitarse la ropa, enseñando con enorme felicidad e infinita sonrisa, culos y tetas. (Por cierto, cuánto atractivo pierden sus hijas al presumir de tal forma de borrachera, drogadicción, falta de ropa, culos y tetas!)


La necesidad, tan obvia y fehaciente, de convertirse en el centro de atención de miles de miradas a cualquier precio, aunque solo sea por unos minutos, tiene un enorme agravante que espero puedan constatar y solucionar al leer este mensaje sincero: padres y madres de California, sus hijas no conocen la existencia de las bragas!


Así es, esa prenda tan clásica y femenina que tan solo se diferencia de los tangas -usados por todas las norteamericanas sin excepción en los clubes de México- en que usa algo más de tela para cubrir la zona donde la espalda pierde su casto nombre, es desconocida para la totalidad de sus hijas.


Al haber visto con estupor tantos culos de estadounidenses en México, comprobando con horror que la totalidad de la juventud femenina norteamericana desconoce la existencia de las bragas, no he podido sino resolver el dirigirme a ustedes de forma decidida y veloz, rogándoles encarecidamente que hagan lo posible para solucionar esta grave problemática.


Respetuosamente, se despide,
un vigués-coruñés buscando "oro" en California

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Meu deus, e ti estás na terra do vício!!! :-O

Anónimo dijo...

Non, Berto, non, eu estou na terra da praia e o sol, antigamente
terra de minas d'ouro.

O "vicio" encontralo en calquera lado, pero os americanos e americanas de California prefiren practicalo con mais entusiasmo cruzando a fronteira. Cousas q ten a vida...

Anónimo dijo...

¡Que entrañable historia has contado! Se me caen las lágrima de emoción al leer tan sensibles palabras, creo que voy a tener que ir a comprobarlo personalmente a las baja california. Por cierto, lo de baja no tiene nada que ver con las bragas, ¿no?.

Disfruta Javi, pero como me decían en Brasil cuando fue mi paso de ecuador COIDAIDS!

O como me decía mi padre "ten precaución porque la procesión es muy larga y el cirio muy corto" (esa fue mi unica educación sexual al margen del colegio, espero que a ti también te valga) ;-)

Luis