viernes, noviembre 25, 2005

No pesan los años

Ahora mismo, tras mi GMAT de ayer y las últimas semanas de estudio, seguramente podría redactar un buen artículo sobre sobre los libros, prácticas y tests adecuados para obtener una nota alta en ese examen, pero creo que os iba a interesar más bien poco, así que lo dejo para algún loco que me haga una petición explícita por email. Esta entrada de post-examen versará sobre algún otro suceso extraño de Yankilandia, relacionado indirectamente con mis semanas de estudio para el GMAT y Arguiñano.


Hace algo más de un año, tras pasar un verano extraño, decidí dejar definitivamente la práctica deportiva “profesional”, entiéndase, entrenar con algún equipo para jugar en alguna competición más seria que las changas de fines de semana con los amigos. Tras dos temporadas dedicadas a jugar al fútbol, nada menos que de lateral derecho estilo “perro de presa” o “corredor de fondo”, me cansé de jugar bajo la lluvia en campos de tierra y piedras que no permitían sacar a la luz toda mi “calidad” (ya se sabe que no es lo mismo tirarse a por el extremo rival en césped que en pedregales, en los primeros se duele el contrario y en los segundos las rodillas del menda) , y decidí volver a mi amado baloncesto, recuperando de alguna forma 10 años ya muy lejanos. La vuelta no fue precisamente exitosa, y ni siquiera conseguí hacerme con una ficha en el equipo escogido. Lo de entrenar sin jugar nunca ha sido lo mío, así que tras pasar ese verano extraño del que hablaba al principio del párrafo, seleccioné una práctica física de la que no pudieran excluirme ni exigiera levantarse temprano los domingos o dejarse, literalmente, la piel en el campo: me metí en un gimnasio.


Quisiera hablar de lo curioso de los gimnasios, o incluso de todos esos años jugando al basket y lo mucho que le debo, pero acabaría escribiendo un post todavía más interminable yéndome por unas ramas como estas mismas. El único motivo de citar el gimnasio, o mis meses en él sólo interrumpidos por las numerosas lesiones del último año (esto da para otro post todavía más largo e insufrible), es justificar cómo pasé de mis 70 (o menos) kilitos de siempre a los 75-76 de los que presumía antes de llegar a USA. Bueno, la consecuencia más visible de mis 3 meses en San Diego es que vuelvo a ser el tirillas delgaducho de siempre, con una fisonomía más parecido a corredor de 1.500 que a jugador de baloncesto. Tras cambiar el gimnasio por la biblioteca, adiós a mi “masa muscular” y hola de nuevo a mis bracitos de boxeadora del peso minimosca.


La semana pasada leía en LaVoz o ElFaro, lecturas obligadas y diarias para vencer mi morriña galega, sobre el alto índice de gente con sobrepeso y obesidad en Galicia, ya no sólo en gente mayor de 60 años, sino también en chavales menores de 17 y población de edad intermedia. No creo que nadie se extrañe, los galegos tenemos fama de buenos comedores, es decir, de comer como bestias. No en vano las bodas celebradas en La Terriña son probablemente donde más manjares se pueden llevar a casa los camamareros del banquete. Esta aparente contradicción se resuelve sabiendo que además de comer mucho nos gusta poner comida de más sobre la mesa. Al final, sobra, a pesar del “bandullo” a punto de explotar de todos los asistentes.


Por cierto, a ver quién es el primero o primera que me invita a una boda, a Schwarzie no se lo voy a pedir que últimamente se está portando con el tiempo, así que no os dejéis guiar por aquellos que dicen que como por tres, casaros ya e invitadme. Total, por mucho que yo coma, va a sobrar...


Arguiñano sólo hay uno. Tras aquel primer famoso programa de TV “Con las manos en la masa” de los 80-90, sin duda nuestro querido Carlos ha servido para que muchos de nosotros avánzasemos en el complicado arte de la cocina, además de la afición a la buena mesa, y no sólo a la gran mesa. Bea, la persona que primer me aconsejó sobre cómo preparar el examen de ayer miércoles, y a quien fue dirigido mi segundo email tras el examen, hace en todos sus correos una referencia a Arguiñano, seguramente para darme envidia y recodarme lo bien que se está en casita. Ella se dedica a la cocina mientras decide qué MBA cursar el año que viene. Yo, mientras tanto, tengo la solución para aproximadamente la mitad de la población obesa o con sobrepeso de Galicia. Nada de extrañas dietas, gimnasios, carreras por la playa y demás historias para no dormir. Es mucho más sencillo.


Antes de venirme a USA, con las estadísticas de más del 25% de yankies obesos en la mano, además de su fama de "comehamburguesas", parecía lógico pensar en volver a casa con unos rollizos flotadores o agarraderas laterales, pero la verdad es que la inmensa mayoría de mis amigos europeos han perdido peso, igual que yo.


Teniendo en cuenta la cantidad de dinero que se deja mucha gente en casa comprando productos milagrosos para perder peso, la frustración al no conseguirlo, la enorme cantidad de problemas basculares que acarrea y, por tanto, gasto para la Seguridad Social, etc., etc.; una solución razonablemente barata, y posiblemente beneficiosa para el Estado, sería enviar a todos los interesados en bajar kilos a estudiar (o cada uno que lo llame como quiera) a California. Ahora bien, esta solución solo sirve para los componentes del sexo masculino, porque la mayoría de amigas europeas han ganado peso en San Diego tras 3 meses. Eso sí, antes de enviar a todos esos tíos para aquí esperad a que yo me vuelva.

Si nos fiásemos de la encuesta de población realizada involuntariamente por mí estas semanas, escuchando los lamentos de mis amigas y los comentarios normalmente felices de mis amigos, podríamos creer que está científicamente demostrada la causa-consecuencia California-pérdida de peso en hombres-ganancia de celulitis en mujeres. Como nadie se lo explica, vamos a dejarlo como curiosidad de USA característica del sur de California. Yo, por mi parte, me contengo y no escribo mis teorías para intentar desentrañar el misterio.


Sobre la receta que ha servido escribir este post, qué puedo decir, mezclar el GMAT con Arguiñano y la pérdida de peso no podía generar nada bueno. Y ahora os dejo y me voy a comer una hamburguesa con ración extra de fries y refresco mediano, eso sí, diet...



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues voy a tener que ir a USA a hacer esa dieta de la que tanto hablas...

Porque aqui, ni el futbol, ni el gimnasio... un lio.

javivázquez dijo...

Para que te hagas una idea, ayer viernes, preocupado con dejar incluso de dar sombra, comí dos veces, a las 12 y a las 2. Un peazo de burrito y una doble hamburguesa con chili de tamaño especial...

Casi reviento, pero no quiero llegar desentranado a mi primera boda. Creo que un ex-compa de piso tuyo va a estar viviendo en pecado por un tiempo, pero en nada estamos de "celebración" (o de despedida). No sé si sabes a quien me refiero... ;)