lunes, diciembre 12, 2005

Hollywood forever

Disfrutando del café de Starbucks, una cadena de cafeterías onmipresentes en USA, es sencillo notar el aviso impreso en cada una de las agarraderas de cartón para coger la taza: "La bebida que va a ingerir se sirve extremadamente caliente" (traducción libre). Tal vez os suene el nombre de la cadena de cafeterías porque en la segunda película de la serie de Austin Powers (Mike Myers [imdb.com]), The spy who shagged me, "número dos" le explica al Dr. Evil cómo su inversión en una pequeña cafetería se ha convertido en un negocio extremadamente rentable, por supuesto llamado Starbucks. El warning citado tiene una razón de ser, alguien se quemó hace un tiempo bebiendo café y denunció a la compañía por no avisar de que la bebida estaba caliente. Creo que ganó y se llevó una buena indemnización. Ya sé, están locos estos romanos, pero así es USA.

Imitando a los excaldadores de lenguas y paladares, preveyendo que me pudiera suceder algo similar con el blog, quiero lanzar un aviso a navegantes sobre esta historia:
Si usted siente un profundo respecto por los muertos, los cementarios o cualquier otra cuestión relacionada, tal vez pueda ver herida su sensibilidad al leer este post, así que le recomiendo dejar la lectura en este punto y emplear su tiempo en algo más interesante, como por ejemplo secarse el pelo, lavarse los dientes o la extendida costumbre nacional de leer el Marca.

En nuestro viaje a Los Ángeles (LA) de este fin de semana, nos alojamos en un motel típico presente en cualquier película yankie situado en el corazón de Hollywood, muy cerca del Kodak Theatre -donde se entregan los Oscar-, de los estudios de la Paramount o de Hollywood forever. Con ese nombre, lógicamente, como habréis adivinado, éste último no podía tratarse sino de un cementario, en este caso de teóricas estrellas del celuloide y/o personas prominentes en la industria del entretenimiento.

A mí nunca me han gustado los cementerios, por lo que no los piso más que cuando es obligado por alguna tragedia de las que nadie gusta. Hasta aquí como casi todos, supongo. En mi caso particular, además, nunca he ido a "visitar" a nadie al camposanto. Ni para llevar flores, ni para recordar, ni para tener una charla con el más allá, ni para nada. Lo considero algo totalmente falto de sentido común y sobrado de masoquismo. No es que no haya perdido a nadie al que eche de menos, sí ha pasado, pero los velatorios, las visitas a los cementarios el 1 de noviembre, el enterrar a los muertos en una caja de madera, las piedras con su nombre... No soporto estas costumbres tan arraigadas ni el halo de pena y depresión que las rodea.

Centrándonos simplemente en esos reductos repletos de cajas de madera bajo tierra con osamentos o cuerpos en descomposición, he de decir que el tétrico paseo a lo largo y ancho del mausoleo de estrellas hollywoodiense en busca de algún nombre popular no tuvo demasiado éxito. La única tumba de alguien conocido que encontramos fue la del guitarrista de Los Ramones. Como no, en lugar de una piedra al estilo clásico contaba con una estatua de sí mismo tocando la guitarra.

Alguna gente no se conforma con vivir su vida y quiere extender su recuerdo o su presencia todavía más allá, hasta el infinito. En contraste con la multitud de tumbas con una simple losa con un nombre grabado, se erigen en este camposanto de estrellas una no menos numerosa cantidad monumentos para la eterna memoria de sus silenciosos habitantes. Alguno de los cuales ocupa, por cierto, más de los 90 metros cuadrados de mi piso vigués. No sé cómo se puede compatibilizar la ley de los minipisos con estos campos de fútbol mortuorios...

Desde las ocurrentes y prácticas losas en forma de banco, para que los allegados o cualquier otro pueda sentarse a charlar con algún fantasma, pasando por las minipirámides, hasta los enormes estanques... todo es digno de ser retratado. Cruzando el minipuente sobre uno de los estanques, a Jota casi le da un ataque cuando se vio sorprendido por el "primo de Zumosol" de Nemo, es decir, un pez de colores del tamaño de Moby Dick, sin duda familiar cercano del protagonista de la película de animación de hace un par de años. Supongo que los cisnes negros que nos encontramos más adelante tendrían algún parentesco con el Patito Feo, Donald Duck o el Tío Gilito...

Como extravagancia final de la historia, aprovechando la relativa corta extensión de este post, dejo por escrito mis deseos para el momento de la despedida:

En primer lugar, en lugar de velatorio de cuerpo presente y llantos por doquier, cuando me toque irme espero que mis amigos tengan la decencia de despedirme entre cervezas, whiskies o vaso de agua con gas, eso sí, entre sonoras carcajadas. "La jugada 48", "el baile del cinturón", "pamelamelapone" -nombre de nuestra radio de acampadas adolescentes-... Cualquier de estas historias servirá. Ante todo, risas, por favor.

En segundo lugar, por favor, nada de estanques, monumentos, estatuas, patos o peces de colores para mí. Tampoco quiero ornamentadas cajas de madera con acolchados espacios interiores. Creedme, no los voy a valorar. Tras ser incinerado, una de dos, o se arrojan mis cenizas desde el Puente de Rande a La Ría de Vigo, o se utilizan en el crecimiento de alguna especie arborea típica de La Terriña (originaria, eucaliptos no).

Acabando, dejadme que os diga que siento respeto por la muerte. No podría ser de otra forma en un adicto a la vida como yo. En cualquier caso, como a todos nos va a tocar, me conformo con que los sucesos trágicos se vayan sucediendo de la forma más ordenada posible. Es decir, de mayor a menor edad. Tengamos la muerte presente como un motivo para disfrutar lo más posible de cada día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Añadir que Starbucks es una cadena internacional, que también está presente en España.