jueves, abril 06, 2006

Pues va a ser que no

Lo sabía desde hace ya algunas semanas, pero quería esperar a que fuera oficial para contarlo.


Cuando llegué a USA no tenía muy claro porqué estaba allí. Cuando decidí marcharme, lo hice porque sabía lo que no quería, para darme tiempo y pensar. Me escapé de mi vida a este lado del Atlántico, lo suficientemente lejos para vivir otra. Me escapé de mí mismo, más que de ninguna otra cosa. Existían sentimientos que no me podía controlar, llegué a sentir incluso miedo a estar asustado para siempre. Cogí tres aviones y pasé 27 horas sin apenas dormir para ver por primera vez, la misma tarde de mi llegada, el Océano Pacífico. Me escapé de mí mismo y de todos/as los demás.


Mi primer día en la ALI (American Language Institute) o, mejor dicho, la primera semana, no dejamos de hacer tests. Sorprendentemente, mi nivel de inglés, sobre el papel, era muy alto. Me dieron la posibilidad de inscribirme en 3 asignaturas de la University of San Diego State (SDSU), además de cursar las del pre-MBA del ALI. Cuando fui realmente consciente de qué iba aquello, me refiero a lo académico, mi espíritu competitivo despertó, me puse a preparar el TOEFL (como el Advanced, pero yankie) y tuve un muy buen resultado a pesar haberme presentado tras sólo 3 semanas allí.


Solicité la inscripción en varias asignaturas de los dos últimos cursos de la SDSU, pero no tenían plazas libres para extranjeros. Me vendí bien, escribí un email de esos con “buena letra”, y conseguí entrar en Marketing of Technology, una del MBA de la SDSU. Destacaba en ella porque muchos de mis compañeros no sabían casi nada de tecnología, mientras para mí es parte de mi trabajo. Me crecía por momentos.


Tras un mes en San Diego, un viernes por la mañana teníamos el primer ensayo del examen importante, aquel por lo que teóricamente estaba en USA. Fui de resaca porque una de mis amigas alemanas, Mandy, me hizo chantaje emocional el jueves noche, para “forzarme” a salir con ella por ahí. Salimos los dos solos. Volvimos a casa dando algunos tumbos y riendo, contándonos historias de pasados novios/as, líos, infidelidades y demás cuentos a las tantas yankies. Hice un examen-ensayo cojonudo.


Dos semanas después, otro ensayo, de nuevo en viernes. Quería ir tras haber dormido, pero no pudo ser y volví a ir de resaca. Lo hice igual. Salíamos mucho por las noches. Los garitos cerraban temprano y no bebíamos demasiado. Al día siguiente casi podías levantarte para ir a clase, aunque yo elegí bien las mías y no tenía ninguna los viernes.


La fecha de mi examen, el de verdad, la elegí para finales de noviembre, el día antes a que llegase Jota. Lo hice mucho mejor de lo normal, aunque salí cabreado porque hubiera podido hacerlo incluso mejor, de verdad. Fue el mejor GMAT de la ALI. No es que yo sea muy listo, no lo soy. Lo que comprobaba esa especie de test de inteligencia que es el GMAT, eran cosas que a mí se me daban bien, porque sí, como quien hace la "U" con la lengua.


Durante unos días, mis compas y profes me hicieron sentir más listo de lo “normal”, pero ni lo era ni lo soy, simplemente se me daba bien aquel tipo específico de examen. Sin embargo, no estaba especialmente contento. Yo no había ido a Yankilandia para aquéllo, lo había hecho tan solo porque me picó la curiosidad, como tantas otras veces, de saber hasta dónde podía llegar. Tenía ganas de disfrutar mis últimas semanas allí y lo hice con Jota, visitando LA, Las Vegas, Grand Canyon, saliendo casi cada noche por San Diego para vivir los mercados de carne yankies...


Antes de volverme, ya tenía decidido aprovechar mis notas del GMAT y TOEFL, además de mi buen rendimiento en Marketing of Technology, para solicitar el acceso a un par de MBAs del top ten mundial. Pasé unas cuantas horas en internet y me decidí por Stanford y el MIT, por eso de especializarme en entrepreneurship y seguir pegado a la tecnología. Al fin y al cabo, ya había creado, con mucha otra gente, una empresa de tecnología en España. Me parecía que mi perfil, de tío inquieto y, en lo profesional, amante de la palabra y los discursos aparentes, podría encajar con lo que buscaban en este tipo de postgrados. Apunté muy alto porque siempre es mejor caerse de muy arriba, se aprende más, ya sea llegando arriba del todo o tocando fondo, o eso creo yo.


Mis primeros días en España, en diciembre, tras ser recogido en el aeropuerto de Santiago por toda mi pandilla viguesa, no dormí nada bien. En parte, por el jet-lag, en parte, por desagradables recuerdos ahora ya casi olvidados. Durante unos días sentí el mismo miedo que antes de irme. Con el tiempo se me pasó, me dí cuenta de lo afortunado que soy, y me convertí en el tío optimista y alegre de los últimos meses.


Me han dicho varias veces en los últimos días que repito demasiado lo contento que estoy, lo mucho que me gusta mi vida... Realmente no es para tanto, simplemente estoy contento e intento compartirlo. Cuando lleguen las vacas flacas ya os tocará sufrirme, así que aprovechad ahora mientras casi todo son risas y cachondeo.


Al final no solicité el acceso al MIT, no me dio tiempo. Sólo escribí ensayos para Stanford, sólo busqué cartas de recomendación para ellos. Más de 200 euros para ser evaluado y recibir una respuesta negativa sin explicaciones. Sabía desde hacía algunas semanas que sería así, porque si pensaran aceptarme tendrían que haberme entrevistado antes de llegar al mes de marzo.


El viernes pasado ví finalmente el NO oficial de Stanford, con la explicación clásica, la misma para los 5.000 rechazados, sin motivos, tal y como todos los applicants sabíamos que podríamos recibir.


Siendo sincero, pensé que me deprimiría al ver ese NO oficial, pero no ha sido así. Supongo que mi estado inexplicable y maravilloso de casi continua alegría me ha salvado. Estoy en uno de esos momentos en los cuales hubiera acogido con infinito entusiasmo el tener que volverme a California a finales de agosto, para cursar dos años de MBA en Stanford, una experiencia seguro inolvidable; pero también estoy muy contento de quedarme, al menos, un año y pico más en España.


Vivir y seguir viviendo, en Stanford, aquí o en Cuenca. Si es alegre y contento, mejor que mejor, no?

No hay comentarios: