domingo, agosto 27, 2006

Aniversario

Ayer sábado se cumplió el primer año de La Fiebre del Oro. Cómo pasa el tiempo!

Me acuerdo bien del día y preciso en el que escribí la historia que daba inicio a esta aventura en la red. Era un típico día soleado del Sur de California, y yo estaba sentado en uno de los cómodos sillones de lectura de la Love Library de la Universidad de San Diego State, con mi wifi funcionando a pleno rendimiento.

Le había dado varias vueltas a posibles títulos antes de decidirme por La Fiebre del Oro, a la postre un nombre muy acertado para la criatura, creo. Buscaba información en la wikipedia para dotar de contenido a la primera entrada y pulsaba cada tecla despacio, con mimo, releyendo con calma cada frase y repitiéndolas en mi cabeza, esperando a que sonasen de la forma adecuada, paladeando verdaderamente las palabras.

Dediqué mucho tiempo a aquellas pocas líneas, estaba algo asustado, aunque la distancia y el no ver la cara de las personas que teóricamente leerían lo que iba a escribir facilitaba mucho las cosas. Alguna de las historias aquí presentes nunca hubieran salido a la luz si tuviese videollamada o funcionasen las webcams a ambos lados del Atlántico (la mía no iba), porque me hubiera podido la vergüenza.

La idea inicial del blog, la de verdad, surgió como forma de comunicación con mi pandilla viguesa, rememorando los emails que cambiábamos cuando pasé 4 semanas en Irlanda. En teoría, estaba destinado a relatar mis correrías sexuales, las predestinadas a un soltero postuniversitario en edad de merecer, viviendo de forma tardía el Erasmus-Orgasmus nunca disfrutado con anterioridad. ¿Alguien no asociaba el Sur de California con patinadores en bikini y juergas universitarias en casas sin padres en la playa? La verdad, extrapolando mis "estadísticas" irlandesas y combinándolo con el tiempo veraniego y los bailes yankies, prometía...

Es obvio que desde el primer momento preferí abrir La Fiebre del Oro a "todos los públicos". Menos mal que el enfoque fue ese y no el previsto, porque mis correrías sexuales en California, aunque las hubo, no habrían dado ni mucho menos para la cantidad de posts publicados durante esas 17 semanas. Eso sí, a tenor del interés por alguno de los posts de aquel mes de septiembre [blogger.com], con seguridad hubiera tenido muchas más visitas si sólo hablase de mujeres, alcohol y sexo. De hecho, ahora estaría retirado, viviendo de la publicidad insertada en el blog gracias a la venta de palabras relacionadas con lo que más vende en el mundo occidental: la "carne".

Por desgracia para mi pasado, presente y futuro literario, ligar nunca ha sido lo mío, es decir, no se me da muy allá ni le pusé el suficiente interés como para convertirme en la versión galega de Nacho Vidal en la Coste Oeste yankie. "Pillaba" (y "pillo") lo justo y necesario para no olvidarme de cómo se fabrican niños, a modo de ensayo antes de que toque salir a escena, supongo que algún día todavía lejano.

Obviando estos temas, cómo me hubiera forrado si me hubiera dedicado a practicar más sexo y relatarlo en la red, escribir públicamente se ha convertido en una forma para contar ciertas cosas que me resultaría difícil explicar de otra forma, a veces a personas muy determinadas, a veces a todo el mundo y a veces incluso a mí mismo. En cierta forma ha sido y es tambíen un viaje introspectivo, una forma distinta de mirarse al espejo.

Además, en 12 meses he escrito cincuenta y tantas historias, más de una por semana, lo que es bastante teniendo en cuenta algún parón a la vuelta de USA y mis pocas ganas y productividad bloguera de los últimos meses. Hay algunas que me gusta releer de vez en cuando y me animan a volver a presentar cosillas a concursos, aunque es algo que no hago ni he hecho desde los 20. Hay de todo, como en botica, pero me siento inmodestamente muy satisfecho de mi bagaje a lo largo de estas páginas en Internet.

Por último, estoy muy agradecido de poder haber compartido estas historias con todos y todas las que habéis vivido, y vivís, este viaje mío en busca del oro -la felicidad- en California, bajo el Puente de Rande, o donde quiera que se encuentre ese que es el verdadero fin de este respirar gratuíto.

Sobre el futuro del blog tengo tantas dudas como tengo sobre mi propia vida, con la cual no tengo muy claro qué hacer de aquí a unos cuantos meses vista, si bien a corto plazo no va a haber grandes cambios. Mientras tanto, mientras decido o, quién sabe, deciden por mí, haré lo mismo que acostumbro a hacer, es decir, lo que me dé la gana. Coincidiréis conmigo es que, mientras se pueda, es lo más cabal y lo más sano, o no?

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